viernes, 1 de noviembre de 2019

La muerte tiene una meta: La vida eterna y nueva!


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, hoy nuevamente me pongo en tu presencia, porque tengo un gran anhelo de encontrarme contigo. Sé que la amistad hay que construirla día a día, así como la construyeron todos los Santos que están en tu presencia. Ayúdame a que esta oración me ayude a conocerte más, para poder seguirte cada vez más fielmente.

Del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregados ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: Vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.
Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.
Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’. Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
Palabra del Señor.


Reflexión

Para muchas personas, el mes de noviembre, y no sólo el día de hoy, es un tiempo dedicado a la conmemoración de todos los fieles difuntos. La naturaleza vive su propia muerte. Todo, (la luz solar, las hojas de los árboles) va muriendo lentamente. Podríamos decir que el otoño es una metáfora de ese morir lento que nos acompaña a todos. Desde que nacemos estamos ya listos para morir.
Cada año, cuando llega esta fecha, se abre otra vez el arcón de los recuerdos. De él sacamos los rostros y los nombres de todos aquellos seres humanos que han estado vinculados a nosotros. Algunas personas viven este momento con gran tristeza. Si pudieran, evitarían toda conmemoración. No pueden soportar el recuerdo o el dolor de la separación. Otras, por el contrario, superada la fase de desgarro, viven estos momentos con mucha serenidad, como un ejercicio de comunión espiritual con los que han desaparecido físicamente pero “viven en el Señor".

Más allá de nuestra manera personal de evocar a los seres queridos que ya han muerto, ¿cuál es el sentido cristiano de este día? ¿Qué luz nos viene de la Palabra de Dios? Creo que podríamos vivirlo como un día de acción de gracias y de petición.
Damos gracias a Dios por los hombres y mujeres que ha puesto en nuestro camino y que nos han ayudado a ser lo que somos. Cada persona muerta es un germen de vida. Con el paso del tiempo tomamos conciencia de lo que tal vez no comprendimos cuando se estaba produciendo: tantos detalles de amor, de cercanía. La gratitud es el fruto maduro de la gracia. Al mismo tiempo, le pedimos a Dios por nuestros hermanos y hermanas. ¿Qué podemos pedir? En este terreno, tan propicio a las elucubraciones o a las opiniones personales, yo siempre he preferido dejarme guiar por la liturgia. Me parece que la súplica más simple y profunda es pedirle a Dios que "así como (nuestros hermanos y hermanas) han compartido ya la muerte de Cristo, compartan también con él la gloria de la resurrección". Le pedimos que se haga realidad en ellos el sueño de Dios, que Él, por tanto, purifique, perdone, complete las existencias de nuestros seres queridos y de todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección.
Me conmueven las palabras de Jesús en el evangelio de Juan: “Voy a prepararos un lugar". No es que nosotros tengamos que asegurarnos nuestro “retiro celestial" a base de cotizar a un extraño sistema de "seguridad social celeste". Para cada ser humano Jesús ha preparado un lugar junto a Dios. La muerte no es, por tanto, el ocaso de la vida, sino la puerta de acceso al encuentro definitivo con Dios, a la vida plena.


Para la reflexión personal

a)   a)   ¿Quién es Jesús para mí?


b)   ¿Trato de verlo con los ojos de la fe, escuchando sus palabras contemplando su modo de ser?

c)   ¿Qué significa para mí la vida eterna?


Medita la oración hecha canción.

https://n9.cl/ji3i



ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Oración para aprender a amar de la Madre Teresa de Calcuta
Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida,
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua,
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo,
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro,
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos,
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien,
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión,
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender,
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos,
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.
Amén.


Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

Madre santísima, preciosa virgen del Carmen
Piadosa madre del Monte Carmelo
Tu que eres la protectora de todos los que sufren
Y de quienes te buscan para participar
De las bondades celestiales
Te pido humildemente que escuches nuestras oraciones
Hoy quiero encomendarte a nuestro familiar
Que ha fallecido
Especialmente a (nombre su familiar)
Y todas las ánimas del purgatorio
Tú que eres la Virgen santísima
Purísima y castísima
Intercede delante de Jesucristo
Quien es nuestro Señor y Salvador
Para que al momento de presentarse ante él
Sea juez misericordioso, y le perdone todas sus faltas
La que cometió por culpa de su fragilidad
Madre amorosa y santísima virgen piadosa
Vela por quienes aún estamos en este mundo
Y trae consuelo a nuestras vidas, porque estamos sufriendo tanto
Concédenos la gracia de amarte y venerarte para siempre
Para que tu con amor nos guíes ante el hijo
Y junto a él vivamos en la gloria eterna
Te suplico que tú le concedas el descanso eterno a (nombre su familiar)
Y a todas las benditas almas
Permite que tu escapulario, les lleve delante de la presencia de Dios
Haz bendita virgen del Carmen
Que brille para (nombre del familiar) la luz perpetua
Y por la misericordia de Dios y la tuya propia
Que puedan descansar en paz
Todos los difuntos que no tienen un familiar
Que te eleve una oración por ellos
Recuerda pedirle al Señor
Que no se olvide de nuestras peticiones
Y que se lleve este dolor de nuestros corazones
Porque confiados estamos, dulce virgen del Carmen
Que un día nos volveremos a encontrar, allá en el paraíso
En donde podremos disfrutar
De tu presencia, del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

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