+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen
Jesús, gracias por tu infinito amor y por regalarme cada día nuevas
oportunidades para acercarme a Ti. Te pido que me ayudes a tomar conciencia de
la importancia del servicio humilde y generoso.
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 7-10
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "¿Quién de ustedes, si tiene un
siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa
del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame
de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y
beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste
cumplió con su obligación?
Así
también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No
somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ ".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy, la atención del
Evangelio no se dirige a la actitud del amo, sino a la de los siervos. Jesús
invita a sus apóstoles, mediante el ejemplo de una parábola a considerar la
actitud de servicio: el siervo tiene que cumplir su deber sin esperar
recompensa: «¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue
mandado?» (Lc 17,9). No obstante, ésta no es la última lección del Maestro
acerca del servicio. Jesús dirá más adelante a sus discípulos: «En adelante, ya
no los llamaré siervos, porque el siervo no conoce lo que hace su señor. Desde
ahora los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído a mi
Padre» (Jn 15,15).
Los
amigos no pasan cuentas. Si los siervos tienen que cumplir con su deber, mucho
más los apóstoles de Jesús, sus amigos, debemos cumplir la misión encomendada
por Dios, sabiendo que nuestro trabajo no merece recompensa alguna, porque lo
hacemos gozosamente y porque todo cuanto tenemos y somos es un don de Dios.
Para
el creyente todo es signo, para el que ama todo es don. Trabajar para el Reino
de Dios es ya nuestra recompensa; por eso, no debemos decir con tristeza ni
desgana: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc
17,10), sino con la alegría de aquel que ha sido llamado a transmitir el
Evangelio.
En
la oración, en el diálogo con el Amigo, hallamos, efectivamente, el secreto y
la fuerza de nuestro servicio.
Para la reflexión
personal
a) ¿De
qué forma y como es que soy un servidor del Señor?,
b) ¿Me
complace en el corazón ayudar, servir a los demás o es solamente mi ego, mis
apariencias?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Gracias
Señor por este momento de oración y encuentro contigo. Ayúdame Señor a no
buscar el protagonismo; a aprender de Ti a ser servidor de todos, con la conciencia
que hay más alegría en dar que en recibir. Que esta sea una ocasión para tomar
conciencia y poner medios concretos para vivir el amor auténtico. Amén.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
Madre te necesito. Te necesito porque soy débil pero
quiero resistir!
• Te necesito; no para que me ayudes a que mi vida sea fácil, sino para que me des facilidad para seguir adelante.
• Te necesito; no para que me ayudes a ganar la batalla, sino para que me des fuerza para buscar la paz.
• Te necesito; no para que me saques de los apuros, sino para que me des valor para afrontarlos.
• Te necesito; no para que la gente me apoye, sino para que me recuerdes que mi apoyo eres Tú.
• Por eso, Señora, no te pido tu mirada complacida en mi triunfo, sino tu mano apretada en mi fracaso.
• Te necesito; no para que me ayudes a que mi vida sea fácil, sino para que me des facilidad para seguir adelante.
• Te necesito; no para que me ayudes a ganar la batalla, sino para que me des fuerza para buscar la paz.
• Te necesito; no para que me saques de los apuros, sino para que me des valor para afrontarlos.
• Te necesito; no para que la gente me apoye, sino para que me recuerdes que mi apoyo eres Tú.
• Por eso, Señora, no te pido tu mirada complacida en mi triunfo, sino tu mano apretada en mi fracaso.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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