sábado, 21 de diciembre de 2019

¡Bendita tú entre las mujeres!


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, así como Juan el Bautista reconoció tu presencia desde el seno de su madre, te pido yo también que pueda reconocer tus palabras en esta oración, y dejar que tu venida transforme mi vida.

Hago en silencio un breve examen de conciencia.

Te pido perdón Señor por mis pecados. Ayúdame a confiar en tu amor misericordioso que siempre perdona a quien en verdad se arrepiente, y así pueda renovarme en la lucha por alcanzar la santidad.

Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor".
Palabra del Señor.

Reflexión

Lucas acentúa la prontitud de María en servir, en ser sierva. El ángel habla del embarazo de Isabel e, inmediatamente María se dirige de prisa a su casa para ayudarla. De Nazaret hasta la casa de Isabel hay una distancia de más de 100 Km., cuatro días de viaje, ¡como mínimo! No había ni bus, ni tren. María empieza a servir y a cumplir su misión a favor del pueblo de Dios.
Isabel representa el Antiguo Testamento que estaba terminando. María representa el Nuevo que está empezando. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en ello el don gratuito de Dios que viene a realizar y a completar la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu. La criatura salta de alegría en el seno de Isabel. Esta es la lectura de fe que Isabel hace de las cosas de la vida.
La Buena Nueva de Dios revela su presencia en las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres se visitan para ayudarse mutuamente. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: en esto Lucas quiere que las comunidades y todos nosotros percibamos y descubramos la presencia de Dios.

Para la reflexión personal

a)   ¿Soy capaz de percibir y experimentar la presencia de Dios en las cosas sencillas y comunes de la vida de cada día?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Gracias Señor Jesús por estar conmigo en esta oración. Ayúdame Buen Señor para que, siguiendo el ejemplo de tu Madre, pueda acogerte yo en mi interior y salga también a testimoniarte a todos cuantos te necesitan.
Amén.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

¡No vayas sola, te ruego, por el camino de las montadas de Judea! Tu alma, tan bella y tan pura, esconde un misterio tan amplio, que quisiera yo tomar parte en él.
No vayas sola: llévame en tu compañía, en el fervor de tu entusiasmo.
Me esforzaré en andar tan deprisa como Tú, y me será posible gracias al ardor que me comunicarás Tú. Acabas de recibir a Jesús en tu seno y lo llevas con tanta alegría, porque es Él el que te lleva a Ti.
Déjame entrar en la simplicidad de tus pensamientos, en el silencio de tu contemplación. Ayúdame a no tener, como Tú, sino una única preocupación: Cristo.
¡Para penetrar en esta intimidad del Salvador que llena nuestra alma, quisiera beneficiarme en abundancia de la plenitud del Espíritu Santo, que te rebosa, de esa invasión secreta de luz, de amor y de gozo!
Permíteme acompañarte así toda mi vida, porque en cada instante de mi vida tengo necesidad de la intimidad de Cristo y del entusiasmo de su presencia.
¡Déjame ir sin cesar a tu lado, en el fervor de un caminar impulsado por el Salvador, para que al fin del camino, en el encuentro final, pueda cantar contigo mi Magníficat!
Amén


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

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