+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Llena
mi corazón de amor para compartir con mis hermanos, mi espíritu de alegría para
dar testimonio de tu gloria y mi mente de conciencia para poder decidir siempre
con buen criterio e integridad.
Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24
Cristo
vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con
José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu
Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no
queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras
pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: "José, hijo
de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha
concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el
nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados".
Todo
esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del
profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien
pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. Cuando José
despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y
recibió a su esposa.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy, la liturgia de la
Palabra nos invita a considerar y admirar la figura de san José, un hombre
verdaderamente bueno. De María, la Madre de Dios, se ha dicho que era bendita
entre todas las mujeres (cf. Lc 1,42). De José se ha escrito que era justo (cf.
Mt 1,19).
Todos
debemos a Dios Padre Creador nuestra identidad individual como personas hechas
a su imagen y semejanza, con libertad real y radical. Y con la respuesta a esta
libertad podemos dar gloria a Dios, como se merece o, también, hacer de
nosotros algo no grato a los ojos de Dios.
No
dudemos de que José, con su trabajo, con su compromiso en su entorno familiar y
social se ganó el “Corazón” del Creador, considerándolo como hombre de
confianza en la colaboración en la Redención humana por medio de su Hijo hecho
hombre como nosotros.
Aprendamos,
pues, de san José su fidelidad —probada ya desde el inicio— y su buen
cumplimiento durante el resto de su vida, unida —estrechamente— a Jesús y a
María.
Lo
hacemos patrón e intercesor para todos los padres, biológicos o no, que en este
mundo han de ayudar a sus hijos a dar una respuesta semejante a la de él. Lo
hacemos patrón de la Iglesia, como entidad ligada, estrechamente, a su Hijo, y
continuamos oyendo las palabras de María cuando encuentra al Niño Jesús que se
había “perdido” en el Templo: «Tu padre y yo...» (Lc 2, 48).
Con
María, por tanto, Madre nuestra, encontramos a José como padre. Santa Teresa de
Jesús dejó escrito: «Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y me encomendé
mucho a él (...). No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya
dejado de hacer».
Especialmente
padre para aquellos que hemos oído la llamada del Señor a ocupar, por el
ministerio sacerdotal, el lugar que nos cede Jesucristo para sacar adelante su
Iglesia. —¡San José glorioso!: protege a nuestras familias, protege a nuestras
comunidades; protege a todos aquellos que oyen la llamada a la vocación sacerdotal...
y que haya muchos.
Para la reflexión
personal
a)
¿Cuál es el punto de este texto que más ha
llamado tu atención? ¿Por qué?
b)
Según las palabras del ángel ¿quién es el
hijo que nacerá de María?
c)
Según las palabras de Mateo ¿qué profecía
del Antiguo Testamento se realiza en Jesús?
d)
¿Cuáles son los dos nombres que el Niño
recibe y cuál es el proyecto de Dios, escondido en estos nombres?
e)
¿Cómo entender la conducta de José?
f)
¿Qué nos enseña esta conducta?
g)
¿En qué consiste exactamente la “justicia”
de José?
h)
¿Cuál es nuestra justicia, comparada con la
de José?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Gracias
Señor por permitirme a vivir este tiempo de adviento, en el cual esperamos tu
venida. Ya sabes cuánto necesito de tu presencia en mi vida, pero debo
prepararme para recibirte. Ayúdame a comprender que significa convertirse, que
quiere decir arrepentirse de los pecados y faltas que cometo.
Quiero
prepararme lo mejor que pueda para que cuando tu vengas nuestro encuentro me
transforme y me haga más fraterno y amable con los demás.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a san José su paternal ayuda.
Santísimo patriarca San José,
Padre adoptivo de Jesús,
virginal Esposo de María,
tesorero y dispensador de las
gracias
del rey de la Gloria,
a ti te elijo desde hoy por mi
verdadero padre y señor,
en todo peligro y necesidad,
a imitación de tu querida hija
y apasionada devota Teresa de
Jesús.
Enséñame a orar
Tú que eres maestro de tan
soberana virtud,
y alcánzame de Jesús y María,
que no saben negarte cosa
alguna,
la gracia de vivir y morir
santamente como Tú,
y la que te pido en este día,
si es para mayor gloria de Dios
y bien de mi alma.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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