sábado, 21 de diciembre de 2019

San José, el hombre justo


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Llena mi corazón de amor para compartir con mis hermanos, mi espíritu de alegría para dar testimonio de tu gloria y mi mente de conciencia para poder decidir siempre con buen criterio e integridad.

Del santo Evangelio según san Mateo 1, 18-24

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: "José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados".
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros. Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.
Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, la liturgia de la Palabra nos invita a considerar y admirar la figura de san José, un hombre verdaderamente bueno. De María, la Madre de Dios, se ha dicho que era bendita entre todas las mujeres (cf. Lc 1,42). De José se ha escrito que era justo (cf. Mt 1,19).
Todos debemos a Dios Padre Creador nuestra identidad individual como personas hechas a su imagen y semejanza, con libertad real y radical. Y con la respuesta a esta libertad podemos dar gloria a Dios, como se merece o, también, hacer de nosotros algo no grato a los ojos de Dios.
No dudemos de que José, con su trabajo, con su compromiso en su entorno familiar y social se ganó el “Corazón” del Creador, considerándolo como hombre de confianza en la colaboración en la Redención humana por medio de su Hijo hecho hombre como nosotros.
Aprendamos, pues, de san José su fidelidad —probada ya desde el inicio— y su buen cumplimiento durante el resto de su vida, unida —estrechamente— a Jesús y a María.
Lo hacemos patrón e intercesor para todos los padres, biológicos o no, que en este mundo han de ayudar a sus hijos a dar una respuesta semejante a la de él. Lo hacemos patrón de la Iglesia, como entidad ligada, estrechamente, a su Hijo, y continuamos oyendo las palabras de María cuando encuentra al Niño Jesús que se había “perdido” en el Templo: «Tu padre y yo...» (Lc 2, 48).
Con María, por tanto, Madre nuestra, encontramos a José como padre. Santa Teresa de Jesús dejó escrito: «Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y me encomendé mucho a él (...). No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer».
Especialmente padre para aquellos que hemos oído la llamada del Señor a ocupar, por el ministerio sacerdotal, el lugar que nos cede Jesucristo para sacar adelante su Iglesia. —¡San José glorioso!: protege a nuestras familias, protege a nuestras comunidades; protege a todos aquellos que oyen la llamada a la vocación sacerdotal... y que haya muchos.

Para la reflexión personal

a)           ¿Cuál es el punto de este texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
b)           Según las palabras del ángel ¿quién es el hijo que nacerá de María?
c)           Según las palabras de Mateo ¿qué profecía del Antiguo Testamento se realiza en Jesús?
d)           ¿Cuáles son los dos nombres que el Niño recibe y cuál es el proyecto de Dios, escondido en estos nombres?
e)           ¿Cómo entender la conducta de José?
f)             ¿Qué nos enseña esta conducta?
g)           ¿En qué consiste exactamente la “justicia” de José?
h)           ¿Cuál es nuestra justicia, comparada con la de José?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Gracias Señor por permitirme a vivir este tiempo de adviento, en el cual esperamos tu venida. Ya sabes cuánto necesito de tu presencia en mi vida, pero debo prepararme para recibirte. Ayúdame a comprender que significa convertirse, que quiere decir arrepentirse de los pecados y faltas que cometo.
Quiero prepararme lo mejor que pueda para que cuando tu vengas nuestro encuentro me transforme y me haga más fraterno y amable con los demás.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a san José su paternal ayuda.

Santísimo patriarca San José,

Padre adoptivo de Jesús,
virginal Esposo de María,
tesorero y dispensador de las gracias
del rey de la Gloria,
a ti te elijo desde hoy por mi verdadero padre y señor,
en todo peligro y necesidad,
a imitación de tu querida hija
y apasionada devota Teresa de Jesús.
Enséñame a orar
Tú que eres maestro de tan soberana virtud,
y alcánzame de Jesús y María,
que no saben negarte cosa alguna,
la gracia de vivir y morir santamente como Tú,
y la que te pido en este día,
si es para mayor gloria de Dios
y bien de mi alma.
Amén.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Padre José Luis Romero Landeros IJS

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