+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen
Jesús, gracias por ser tan bueno conmigo y darme esta nueva oportunidad para
rezar y estar contigo. Te pido que me ayudes a hacer silencio en mi corazón,
para que mis oídos escuchen tu Palabra, y la pueda hacer vida en mí.
Hago en silencio un breve examen de conciencia.
Señor,
soy frágil y pecador, te pido perdón por todos mis pecados y omisiones. Tú
sales a mi encuentro una y otra vez, y yo te defraudo constantemente. Pero Tú
no te cansas Señor, y tu paciencia y amor misericordioso pueden más que
cualquier miseria. Ayúdame a ponerme de pie, y a confiar a tu gracia, para que
fortalecido por ella, pueda ser coherente con tu mensaje de amor.
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30
En
aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra
Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba
ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por
un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.
Cuando
aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara
el demonio a su hija, él le respondió: "Deja que coman primero los hijos.
No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos".
La mujer le replicó: "Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos,
debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños". Entonces Jesús
le contestó: "Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya
de tu hija". Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en
la cama, y ya el demonio había salido de ella.
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy se nos muestra la fe
de una mujer que no pertenecía al pueblo elegido, pero que tenía la confianza
en que Jesús podía curar a su hija. En efecto, aquella madre «era pagana,
sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio» (Mc
7,26). El dolor y el amor le llevan a pedir con insistencia, sin tener en
cuenta ni desprecios, ni retrasos, ni indignidad. Y consigue lo que pide, pues
«volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el
demonio se había ido» (Mc 7,30).
San
Agustín decía que muchos no consiguen lo que piden pues son: O son malos y lo
primero que tendrían que pedir es ser buenos; o piden malamente, sin
insistencia, en lugar de hacerlo con paciencia, con humildad, con fe y por amor;
o piden malas cosas que si se recibiesen harían daño al alma o al cuerpo o a
los demás. Hay que esforzarse, pues, por pedir bien. La mujer sirofenicia es
buena madre, pide bien («vino y se postró a sus pies») y pide algo bueno («que
expulsara de su hija al demonio»).
El
Señor nos mueve a usar perseverantemente la oración de petición. Ciertamente,
existen otros tipos de plegaria —la adoración, la expiación, la oración de
agradecimiento—, pero Jesús insiste en que nosotros frecuentemos mucho la
oración de petición.
¿Por
qué? Muchos podrían ser los motivos: porque necesitamos la ayuda de Dios para
alcanzar nuestro fin; porque expresa esperanza y amor; porque es un clamor de
fe. Pero existe uno que quizá sea poco tenido en cuenta: Dios quiere que las
cosas sean un poco como nosotros queremos. De este modo, nuestra petición —que
es un acto libre— unida a la libertad omnipotente de Dios, hace que el mundo
sea como Dios quiere y algo como nosotros queremos. ¡Es maravilloso el poder de
la oración!
Para la reflexión
personal
a) Tú,
¿qué haces concretamente, para convivir en paz con personas de otras iglesias
cristianas?
b) ¿hay
gente de otras religiones? ¿Cuáles? ¿Hablas normalmente con personas de otras
religiones?
•
c) ¿Cuál
es la apertura que este texto nos pide hoy a nosotros, en familia y en
comunidad?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Gracias
Señor por esta oración. Gracias por mostrarme cómo es que hay que ser sinceros
de corazón, y no sólo predicar con la palabra, sino también con el testimonio.
Ayúdame a ser siempre un testimonio para los que me rodean para que ellos se
puedan también acercar a Ti.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
Siguiéndola, no te extravías.
Invocándola, no te desesperas.
Pensando en ella, no divagas.
Apoyado en ella, no caes.
Guiado por ella avanzas tranquilo.
Escudado con ella, no temas.
Con su favor, llegas hasta el fin.
Invocándola, no te desesperas.
Pensando en ella, no divagas.
Apoyado en ella, no caes.
Guiado por ella avanzas tranquilo.
Escudado con ella, no temas.
Con su favor, llegas hasta el fin.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
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