+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
vengo a tu encuentro necesitado de tu gracia, de la fuerza de tu amor. Me doy
cuenta que no puedo caminar sin Ti y por eso al comenzar esta oración, pido el
auxilio de tu gracia, para poder acoger tu palabra en este momento de oración.
Hago en silencio un breve examen de conciencia.
Señor,
soy consciente de mis debilidades. Por eso me acerco a Ti arrepentido por los
errores cometidos y confiado en recibir tu perdón, confiado también en que con
tu gracia podré salir adelante y caminar con más fuerza hacia la santidad.
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 7-12
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Pidan y se les dará; busquen y
encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que
busca, encuentra; y al que toca, se le abre.
¿Hay
acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su hijo, si éste le pide pan?
Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si ustedes, a pesar de ser malos,
saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuánta mayor razón el Padre, que está
en los cielos, dará cosas buenas a quienes se las pidan.
Traten
a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la
ley y los profetas".
Palabra del Señor.
Reflexión
El Señor, nos manda
“pedir”,
“llamar”. “buscar”. San Mateo nos dice que debemos pedir cosas
buenas, pero el evangelista Lucas matiza más y nos dice que debemos pedir lo
mejor de todo: El
Espíritu Santo. Sólo el Espíritu Santo puede convertir “la piedra en pan” y
“la culebra en pescado”.
Nos dice que
llamemos, pero ¿en qué puerta? Sólo podemos llamar en la puerta de Aquel que
nos ha dicho: “Yo soy la puerta”. Las puertas humanas se nos cierran muchas
veces y nos dan con la puerta en las narices. Tu puerta está siempre abierta y
detrás de esa puerta “estás tú”. Tú que nos abres, nos acoges, nos sientas a tu
mesa y nos invitas a cenar contigo. Nos dices que “busquemos”, pero ¿cómo
debemos buscar?
“Como busca la cierva corrientes de agua”.
Una cierva, con sus
crías, atormentada por la sed, busca desesperadamente el agua. Para ella “beber
es vivir” y “Dejar de beber es morir”. Sed ardiente, apasionada, visceral,
“existencial” es lo que nuestro mundo necesita. Y, lamentablemente, ocurre lo
contrario. “La acequia de Dios va llena de agua”.
Pero el hombre
moderno ha perdido la sed. Por eso, hoy más que nunca, necesitamos “pedir”,
“llamar”, “buscar”.
Para la reflexión
personal
a) Pedir,
buscar, llamar a la puerta: ¿cómo rezas tú y cómo conversas con Dios?
b) ¿Cómo
vives la Regla de Oro?
Medita
la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Gracias,
Señor, por este momento de oración. Yo sé que Tú lo sabes todo, Tú sabes lo que
hay en mi corazón. Por eso te ruego que me ayudes a aprender a rezar con todo
mi ser, para que constantemente pueda encontrarme contigo y así dejar que seas
Tú quien viva en mí.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a
María su maternal ayuda.
Madre
mía: tú eres la omnipotencia suplicante, ¡enséñame a tratar a
tu Hijo!, ¡enséñame a saber pedir!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
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