+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor
Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido que me acompañes
particularmente en este momento de oración. Ayúdame a elegir la mejor parte y
gozar del encuentro y comunión que me regalas. Que esta oración me permita
hacer un alto en el camino para escuchar tu palabra y ponerla por obra.
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, Jesús entró en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas
cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María
escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy, también nosotros —atareados como vamos
a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay
necesidad de pocas, o mejor, de una sola»: el amor, la santidad. Es el punto de
mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras
ocupaciones cotidianas.
Somos del mundo,
pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en
bella expresión de san Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes”
de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.
He aquí la
cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria.
No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y
esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro
corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón
humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.
Es necesaria, por
tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a
menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”.
Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”.
Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te
preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)»
(San Juan Pablo II).
No hay oposición
entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia:
«María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).
Para la reflexión personal
a) ¿Sé
crear en mi vida situaciones e itinerarios de escucha? ¿Me limito sólo a
escuchar la Palabra en la iglesia, o me esfuerzo también en buscar espacios y lugares
adecuados para una escucha personal y profunda?
b) ¿Te
limitas a un consumo privado de la Palabra o eres anunciador de la misma y luz
para los demás, no sólo lámpara que ilumina tu propia vida privada??
Medita
la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a
María su maternal ayuda.
Madre
mía: la figura de Marta está asociada
al activismo. Hoy celebramos su fiesta, como una santa. Hemos de pensar que la
lección que le enseñó a Jesús, cuando le pidió distinguir lo importante de lo
necesario, la aprendió muy bien, y pudo alcanzar el cielo santificando su vida
ordinaria.
Hemos
oído muchas veces que hay que poner la fe por obra. Pienso que en eso consiste
santificar la vida ordinaria: convertir todo lo que hacemos en oración,
poniendo por obra la fe. Y como el amor es lo más importante, se trata de convertir
todo eso en servicio a los demás. Eso es vivir en unidad de vida: es una misma
vida de unión con Dios y con nuestros hermanos.
Ayúdame,
Madre, a vivir siempre en unidad de vida, para alcanzar el cielo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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