+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, hoy el tema
de la oración es sugerente. Me enseñas a vivir con limpieza, con transparencia,
con sinceridad. Nada te molesta tanto como una vida apoyada en la
mentira. Dame tu gracia para vivir sin doblez, para ser lo que soy, para vivir
en íntima coherencia entre lo que vivo y lo que hago. Que mi mejor predicación
sea la vida misma.
Del santo Evangelio según san Mateo 23, 27-32
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes,
escribas y fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados,
que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos y
podredumbre! Así también ustedes: por fuera parecen justos, pero por dentro
están llenos de hipocresía y de maldad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les construyen sepulcros a los profetas y adornan las tumbas de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, nosotros no habríamos sido cómplices de ellos en el asesinato de los profetas’! Con esto ustedes están reconociendo que son hijos de los asesinos de los profetas. ¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy,
como en los días anteriores y los que siguen, contemplamos a Jesús fuera de sí,
condenando actitudes incompatibles con un vivir digno, no solamente cristiano,
sino también humano. Viene a confirmar que la sinceridad, la honradez, la
lealtad, la nobleza..., son virtudes queridas por Dios y, también, muy
apreciadas por los humanos.
Para
no caer, pues, en la hipocresía, tengo que ser muy sincero. Primero, con Dios,
porque me quiere limpio de corazón y que deteste toda mentira por ser Él
totalmente puro, la Verdad absoluta. Segundo, conmigo mismo, para no ser yo el
primer engañado, exponiéndome a pecar contra el Espíritu Santo al no reconocer
los propios pecados ni manifestarlos con claridad en el sacramento de la
Penitencia, o por no confiar suficientemente en Dios, que nunca condena a quien
hace de hijo pródigo ni pierde a nadie por el hecho de ser pecador, sino por no
reconocerse como tal. En tercer lugar, con los otros, ya que también —como
Jesús— a todos nos pone fuera de sí la mentira, el engaño, la falta de
sinceridad, de honradez, de lealtad, de nobleza..., y, por esto mismo, hemos de
aplicarnos el principio: «Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie».
Estas
tres actitudes —que podemos considerar de sentido común— las hemos de hacer
nuestras para no caer en la hipocresía, y hacernos cargo de que necesitamos la
gracia santificante, debido al pecado original ocasionado por el “padre de la
mentira”: el demonio.
María
no se pasa en palabras, pero su sí al bien, a la gracia, fue único y veraz; su
no al mal, al pecado, fue rotundo y sincero.
Para la reflexión personal
En
las palabras que Jesús dirige a los fariseos y maestros de la Ley demuestra un
profundo conocimiento del corazón humano.
a) ¿Con
qué imagen o con qué palabras definiríamos hoy la hipocresía?
b) Ante
este discurso condenatorio de Jesús, ¿cómo calificaríamos nuestra propia vida: «sepulcro
blanqueado», «justa por fuera», «sencilla», «recta de corazón»?
c) ¿En
qué momentos tendemos a proyectar en los demás nuestra propia responsabilidad,
tal como hacían los fariseos?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal ayuda.
Madre
mía: yo
creo, adoro, espero y amo. Pido perdón por todos los que no creen, no adoran,
no esperan y no aman.
Y
pido perdón por todas las veces en que he sido yo el que no cree, no adora, no
espera y no ama.
Sé
que a Dios le ofenden todos los pecados, pero también sé que le deben doler más
los cometidos por los hombres más favorecidos por Él. Yo debo luchar
especialmente por evitar todos los pecados, amando a Dios por sobre todas las
cosas.
Ayúdame,
Madre, a no ofender a Jesús, y a mantener muy limpia mi alma.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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