+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor
Jesús, puesto en tu presencia te pido que me ayudes a tener el silencio
interior para escuchar tu palabra y que, atesorándola en mi corazón, busque
vivirla cada día con mayor ardor y entrega generosa.
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.
Yo
les aseguro que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo
lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
Yo
les aseguro también que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo,
sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se
reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy,
en este breve fragmento evangélico, el Señor nos enseña tres importantes formas
de proceder, que frecuentemente se ignoran.
Comprensión
y advertencia al amigo o al colega. Hacerle ver, en discreta intimidad («a
solas tú con él»), con claridad («repréndele»), su equivocado proceder para que
enderece el camino de su vida. Acudir a la colaboración de un amigo, si la
primera gestión no ha dado resultado. Si ni aun con este obrar se logra su
conversión y si su pecar escandaliza, no hay que dudar en ejercer la denuncia
profética y pública, que hoy puede ser una carta al director de una
publicación, una manifestación, una pancarta. Esta manera de obrar deviene
exigencia para el mismo que la práctica, y frecuentemente es ingrata e incómoda.
Por todo ello es más fácil escoger lo que llamamos equivocadamente “caridad
cristiana”, que acostumbra a ser puro escapismo, comodidad, cobardía, falsa
tolerancia. De hecho, «está reservada la misma pena para los que hacen el mal y
para los que lo consienten».
Todo
cristiano tiene el derecho a solicitar de nosotros los presbíteros el perdón de
Dios y de su Iglesia. El psicólogo, en un momento determinado, puede apaciguar
su estado de ánimo; el psiquiatra en acto médico puede conseguir vencer un
trastorno endógeno. Ambas cosas son muy útiles, pero no suficientes en
determinadas ocasiones. Sólo Dios es capaz de perdonar, borrar, olvidar,
pulverizar destruyendo, el pecado personal. Y su Iglesia atar o desatar
comportamientos, trascendiendo la sentencia en el Cielo. Y con ello gozar de la
paz interior y empezar a ser feliz.
En
las manos y palabras del presbítero está el privilegio de tomar el pan y que
Jesús-Eucaristía realmente sea presencia y alimento. Cualquier discípulo del
Reino puede unirse a otro, o mejor a muchos, y con fervor, Fe, coraje y
Esperanza, sumergirse en el mundo y convertirlo en el verdadero cuerpo del
Jesús-Místico. Y en su compañía acudir a Dios Padre que escuchará las súplicas,
pues su Hijo se comprometió a ello, «porque donde están dos o tres reunidos en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20).
Para la reflexión personal
a) ¿Cuándo
hemos tenido experiencia de haber ejercitado o recibido alguna vez la corrección
fraterna?
b) ¿Cómo
valoramos esta enseñanza de Jesús sobre la corrección al hermano?
c) ¿En
qué medida tenemos presentes en nuestra oración las intenciones de toda la comunidad?
Medita
la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a
María su maternal ayuda.
Madre
mía: sé que mi formación me debe
conducir a parecerme cada vez más a tu Hijo, quien es el camino, la verdad y la
vida, para poder, por mi parte, conducir a mis ovejas a la vida eterna.
Es tan
grande la configuración con Cristo que tiene el sacerdote, que quizá no
acabamos de darnos cuenta de ese tesoro, y no lo aprovechamos suficientemente.
Me doy
cuenta de que necesito crecer en vida sobrenatural, para no dejarme llevar por
las cosas de este mundo y mantener mi mirada en el cielo, en el rostro de
Cristo, mi modelo.
Madre,
ayúdame a mantener siempre en mi corazón los mismos sentimientos que Cristo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario