+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
al comenzar este día y esta semana, me quiero poner en tu presencia y darte
gracias por todo lo que haces por mí. En este momento de oración quiero abrir
mi mente y mi corazón a tu Espíritu, para que la lectura y meditación de tu
Palabra ilumine mi vida y me ayude a seguirte con generosidad.
Del santo Evangelio según san Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
En
cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
"¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?"
Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.
Cuidado
con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el
cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.
¿Qué
les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja
las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si
llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella, que por las
noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no
quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy,
el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué
sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud
más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta
atención, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos
que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los hijos
pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se
convierte en obligación para nosotros: «Si no cambian y se hacen como los
niños, no entrarán en el Reino de los Cielos».
Por
tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser
pequeño", sino "hacerse pequeño". Por esto, podemos entender
nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos. No se trata tanto de
haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o
menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para
mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera
importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús
mismo presenta con cara y ojos.
Para
terminar, el Evangelio todavía nos amplía la lección de hoy. Hay, ¡y muy cerca
de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados
que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre
los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no
se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas
buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos
capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios.
Para la reflexión personal
Los
discípulos tienen que abandonar sus ansias de poder y de gloria y recorrer el
camino del abajamiento. Solo así serán como Jesús quiere que sean.
a) ¿Qué
motivaría a los discípulos a formular esta pregunta a Jesús?
b) ¿Quiénes
son hoy en nuestra sociedad los más pequeños? ¿Qué cosas concretas podemos
hacer para acogerles y servirles mejor?
c) ¿Qué
nos hace falta para pasar a formar parte del grupo de los «pequeños» de Jesús?
Medita
la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a
María su maternal ayuda.
Madre
mía: me enamoran tantas imágenes
tuyas con el Niño Jesús en brazos, manifestando tu ternura y amor por el Hijo
de Dios.
Yo me
veo también allí, en tus brazos, como otro Cristo, confiando en tu ternura y tu
amor. Ayúdame a mí a mantenerme pequeño en la tierra, para ser grande en el
cielo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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