+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
El
perdón no es más que una de las manifestaciones del amor y está en conexión
directa con la debilidad humana. Uno de los graves errores del ser humano es
creerse perfecto. Entre los seres humanos es impensable un verdadero amor que
no lleve implícito el perdón. Dejaríamos de ser humanos si pudiéramos eliminar
la posibilidad de fallar. No importan los muchos pecados con tal de
reconocerlos con humildad y esperar con confianza el perdón de Dios que nunca
falla.
Del santo Evangelio según san Mateo 20, 1-16
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los
cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar
trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario
por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que
estaban ociosos en la plaza y les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña y les
pagaré lo que sea justo’. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo
mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía a otros
que estaban en la plaza y les dijo: `¿Por qué han estado aquí todo el día sin
trabajar?’. Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado’. Él les
dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’.
Al atardecer, el dueño de la viña le dijo a su administrador: ‘Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros’. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno.
Cuando
les llegó su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también
ellos recibieron un denario cada uno. Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al
propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora,
y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del
día y del calor’.
Pero
él respondió a uno de ellos: ‘Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso
no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero
darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Qué no puedo hacer con lo mío
lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?’
De
igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los
últimos".
Palabra del Señor.
Reflexión
Hoy
el evangelista continúa haciendo la descripción del Reino de Dios según la
enseñanza de Jesús, tal como va siendo proclamado durante estos domingos de
verano en nuestras asambleas eucarísticas.
En
el fondo del relato de hoy, la viña, imagen profética del pueblo de Israel en
el Primer Testamento, y ahora del nuevo pueblo de Dios que nace del costado
abierto del Señor en la cruz. La cuestión: la pertenencia a este pueblo, que
viene dada por una llamada personal hecha a cada uno: «No me han elegido ustedes
a mí, sino que yo les he elegido a ustedes», y por la voluntad del Padre del
cielo, de hacer extensiva esta llamada a todos los hombres, movido por su
voluntad generosa de salvación.
Resalta,
en esta parábola, la protesta de los trabajadores de primera hora. Son la
imagen paralela del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo. Los que
viven su trabajo por el Reino de Dios (el trabajo en la viña) como una carga
pesada («hemos aguantado el peso del día y el bochorno») y no como un
privilegio que Dios les dispensa; no trabajan desde el gozo filial, sino con el
malhumor de los siervos.
Para
ellos la fe es algo que ata y esclaviza y, calladamente, tienen envidia de
quienes “viven la vida”, ya que conciben la conciencia cristiana como un freno,
y no como unas alas que dan vuelo divino a la vida humana. Piensan que es mejor
permanecer desocupados espiritualmente, antes que vivir a la luz de la palabra
de Dios. Sienten que la salvación les es debida y son celosos de ella.
Contrasta notablemente su espíritu mezquino con la generosidad del Padre, que
«quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad»
(1Tim 2,4), y por eso llama a su viña, «Él que es bueno con todos, y ama con
ternura todo lo que ha creado» (Sal 145,9).
Para la
reflexión personal
Cada día
sale el dueño de la viña a buscar obreros, y en todas las horas encuentra
personas que desean trabajar en su viña.
a) ¿A qué hora hemos sido contratados por Dios para trabajar en su
Reino?
b) ¿Cómo sentimos que es nuestro salario?
c) ¿Qué sentimientos nos produce la bondad y generosidad del dueño de
la viña?
Medita la oración hecha
canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a María, nuestra Madre,
su maternal ayuda.
Madre
mía: tú
estuviste todo el tiempo junto a Jesús, no podías separarte de Él. En el santo
Evangelio aparecen pocas referencias a tu presencia física, pero estoy seguro
de que tu Hijo sentía siempre que estabas a su lado, independientemente de las
circunstancias. Por eso eres corredentora.
Yo
también quiero soportar el peso del día y del calor, acompañando a Jesús por
amor, como lo hacías tú, no dejándolo nunca solo, tomando mi cruz de cada día y
muriendo con Él.
Ayúdame,
Madre, a que mi querer se manifieste en obras, y a llevarle muchas almas a
Jesús. Ayúdame a sentir tu presencia a mi lado, sobre todo en el momento de la
cruz.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
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