+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Del santo Evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Iniciamos con toda la Iglesia un nuevo Año Litúrgico con el primer domingo de
Adviento. Tiempo de esperanza, tiempo en el cual se renueva en nuestros
corazones el recuerdo de la primera venida del Señor, en humildad y ocultación,
y se renueva el anhelo del retorno de Cristo en gloria y majestad.
Este
domingo de Adviento está profundamente marcado por una llamada a la vigilancia.
San Marcos incluye hasta tres veces en las palabras de Jesús el mandamiento de
“velar”. Y la tercera vez lo hace con una cierta solemnidad: «Lo que a ustedes digo,
a todos lo digo: ¡Velen!». No es sólo una recomendación ascética, sino una
llamada a vivir como hijos de la luz y del día.
Esta
llamada está dirigida no solamente a sus discípulos, sino a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, como una exhortación que nos recuerda que la vida no
tiene sólo una dimensión terrenal, sino que está proyectada hacia un “más
allá”. El ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, dotado de libertad y
responsabilidad, capaz de amar, tendrá que rendir cuentas de su vida, de cómo
ha desarrollado las capacidades y talentos que de Dios ha recibido; si los ha
guardado egoístamente, o si los ha hecho fructificar para la gloria de Dios y
al servicio de los hermanos.
El
Adviento es, por excelencia, el tiempo de esperanza, y la Iglesia entera está
llamada a vivir en la esperanza y a llegar a ser un signo de esperanza para el
mundo. Nos preparamos para conmemorar la Navidad, el inicio de su venida: la
Encarnación, el Nacimiento, su paso por la tierra. Pero Jesús no nos ha dejado
nunca; permanece con nosotros de diversas maneras hasta la consumación de los
siglos. Por esto, «¡con Jesucristo siempre nace y renace la alegría!» (Papa
Francisco).
Para la reflexión personal
a) ¿Cómo
desarrollar y profundizar la actitud de vigilante espera en este tiempo de
Adviento?
b) ¿Qué
encargos nos ha dejado el Señor para cuidar su casa? Identifiquemos
concretamente esas responsabilidades.
c) ¿Cuáles
pueden ser las distracciones que nos impidan estar vigilantes?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: este
tiempo de Adviento es un tiempo mariano por excelencia. Quién mejor que tú nos
puede enseñar a preparar la venida de tu Hijo.
Te
habrá dolido mucho no poderle ofrecer en Belén una morada digna para nacer, al
que es Rey de reyes y Señor de señores.
Por
eso ahora quieres que nosotros estemos bien preparados, y nos enseñas a hacerlo
con dignidad, y nos consigues las gracias necesarias.
Madre:
ayúdanos a convertirnos cada día, para hacer de nuestra alma una morada digna.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario