+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Con
el evangelista Juan quiero hacer una distinción entre “este mundo y “el mundo
éste”. Este mundo que nos has regalado es maravilloso y quiero disfrutarlo y
agradecerlo. Pero hay otro mundo “el mundo éste” que ha rechazado a Jesús, que
se ha encerrado en sí mismo, que sólo busca las cosas superfluas y materiales,
que olvida a los demás… Ese mundo quiero que desaparezca cuanto antes. Que se
establezca el Reino de Dios que es libertad, amor, esperanza, y deseos inmensos
de fraternidad.
Del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-11
En
aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo
y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: "Días
vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando;
todo será destruido".
Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?".
Él
les respondió: "Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán
usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no
les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los
domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el
fin".
Luego
les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En
diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán
en el cielo señales prodigiosas y terribles".
Palabra del Señor.
Reflexión
h Hoy escuchamos asombrados la severa advertencia del Señor: «Esto que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida». Estas palabras de Jesús se sitúan en las antípodas de una así denominada “cultura del progreso indefinido de la humanidad” o, si se prefiere, de unos cuantos cabecillas tecno-científicos y político-militares de la especie humana, en imparable evolución.
¿Desde
dónde? ¿Hasta dónde? Esto nadie lo sabe ni lo puede saber, a excepción, en
último término, de una supuesta materia eterna que niega a Dios usurpándole los
atributos. ¡Cómo intentan hacernos comulgar con ruedas de molino los que
rechazan comulgar con la finitud y precariedad que son propias de la condición
humana!
Nosotros,
discípulos del Hijo de Dios hecho hombre, de Jesús, escuchamos sus palabras y,
haciéndolas muy nuestras, las meditamos. He aquí que nos dice: «Estén alerta,
no se dejen engañar». Nos lo dice Aquel que ha venido a dar testimonio de la
verdad, afirmando que aquellos que son de la verdad escuchan su voz.
Y
he aquí también que nos asevera: «El fin no es inmediato». Lo cual quiere
decir, por un lado, que disponemos de un tiempo de salvación y que nos conviene
aprovecharlo; y, por otro, que, en cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús,
vendrá «a juzgar a los vivos y a los muertos», tal como profesamos en el Credo.
Lectores
de Contemplar el Evangelio de hoy, queridos hermanos y amigos: unos versículos
más adelante del fragmento que ahora comento, Jesús nos estimula y consuela con
estas otras palabras que, en su nombre, os repito: «Con vuestra perseverancia
salvaréis vuestra vida».
Nosotros,
dándole cordial resonancia, nos exhortamos los unos a los otros:
«¡Perseveremos, que con la mano ya tocamos la cima!».
Para la reflexión personal
Lo
mundano (los edificios, las guerras...) pasará; lo que no pasará será la vida
plena que solo concederá Cristo en el último día.
• El
Templo fue derruido. ¿Cuál es el lugar más apropiado hoy para encontrarnos con
Dios?
• ¿Qué
podemos hacer los cristianos ante las señales negativas que se dan en nuestra
época (impostores, guerras, hambre...)?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra: la Iglesia nos recuerda la
escatología en las lecturas de la misa de estos últimos días del Año Litúrgico.
Y nos viene bien para nuestra oración personal, porque Jesús nos insiste en que
debemos estar bien preparados para cuando venga a juzgarnos.
Independientemente
de cuándo será su segunda venida, todos debemos tener nuestra alma bien
dispuesta en todo momento, porque no sabemos cuándo hemos de morir. Y tus hijos
sacerdotes debemos sentirnos responsables de llevar muchas almas al cielo.
Todos
los días te pido, Madre, que ruegues por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte, de modo que me da mucha tranquilidad pensar que tú estarás a
nuestro lado cuando llegue ese momento, e intercederás por cada uno.
Y
te imagino a ti, el día de la segunda venida de tu Hijo, como una hermosa
Reina, con tu vestido blanco y manto azul, y con una corona de doce estrellas
sobre tu cabeza. Imaginar esa belleza, que no se puede comparar con nada, sino
sólo ver y admirar, despierta un sentimiento de felicidad, y un deseo de cielo
y de eternidad, un deseo de amar, y de humillarse ante tal majestad, que uno
sólo desea permanecer contigo para servirte.
Pero
tu belleza es solo el reflejo de la majestad de Jesús, que es la belleza plena
del Dios por quien se vive, quien nos promete un cielo lleno de amor, si somos
fieles.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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