martes, 24 de noviembre de 2020

Cuídense que nadie los engañe.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Con el evangelista Juan quiero hacer una distinción entre “este mundo y “el mundo éste”. Este mundo que nos has regalado es maravilloso y quiero disfrutarlo y agradecerlo. Pero hay otro mundo “el mundo éste” que ha rechazado a Jesús, que se ha encerrado en sí mismo, que sólo busca las cosas superfluas y materiales, que olvida a los demás… Ese mundo quiero que desaparezca cuanto antes. Que se establezca el Reino de Dios que es libertad, amor, esperanza, y deseos inmensos de fraternidad.

 

Del santo Evangelio según san Lucas 21, 5-11

En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido".


Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?".

Él les respondió: "Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado’. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin".

Luego les dijo: "Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

Hoy escuchamos asombrados la severa advertencia del Señor: «Esto que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida». Estas palabras de Jesús se sitúan en las antípodas de una así denominada “cultura del progreso indefinido de la humanidad” o, si se prefiere, de unos cuantos cabecillas tecno-científicos y político-militares de la especie humana, en imparable evolución.

¿Desde dónde? ¿Hasta dónde? Esto nadie lo sabe ni lo puede saber, a excepción, en último término, de una supuesta materia eterna que niega a Dios usurpándole los atributos. ¡Cómo intentan hacernos comulgar con ruedas de molino los que rechazan comulgar con la finitud y precariedad que son propias de la condición humana!

Nosotros, discípulos del Hijo de Dios hecho hombre, de Jesús, escuchamos sus palabras y, haciéndolas muy nuestras, las meditamos. He aquí que nos dice: «Estén alerta, no se dejen engañar». Nos lo dice Aquel que ha venido a dar testimonio de la verdad, afirmando que aquellos que son de la verdad escuchan su voz.

Y he aquí también que nos asevera: «El fin no es inmediato». Lo cual quiere decir, por un lado, que disponemos de un tiempo de salvación y que nos conviene aprovecharlo; y, por otro, que, en cualquier caso, vendrá el fin. Sí, Jesús, vendrá «a juzgar a los vivos y a los muertos», tal como profesamos en el Credo.

Lectores de Contemplar el Evangelio de hoy, queridos hermanos y amigos: unos versículos más adelante del fragmento que ahora comento, Jesús nos estimula y consuela con estas otras palabras que, en su nombre, os repito: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestra vida».

Nosotros, dándole cordial resonancia, nos exhortamos los unos a los otros: «¡Perseveremos, que con la mano ya tocamos la cima!».

 

Para la reflexión personal

 

Lo mundano (los edificios, las guerras...) pasará; lo que no pasará será la vida plena que solo concederá Cristo en el último día.

 

• El Templo fue derruido. ¿Cuál es el lugar más apropiado hoy para encontrarnos con Dios?

• ¿Qué podemos hacer los cristianos ante las señales negativas que se dan en nuestra época (impostores, guerras, hambre...)?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/148o8

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

 

Madre nuestra: la Iglesia nos recuerda la escatología en las lecturas de la misa de estos últimos días del Año Litúrgico. Y nos viene bien para nuestra oración personal, porque Jesús nos insiste en que debemos estar bien preparados para cuando venga a juzgarnos.

Independientemente de cuándo será su segunda venida, todos debemos tener nuestra alma bien dispuesta en todo momento, porque no sabemos cuándo hemos de morir. Y tus hijos sacerdotes debemos sentirnos responsables de llevar muchas almas al cielo.

Todos los días te pido, Madre, que ruegues por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, de modo que me da mucha tranquilidad pensar que tú estarás a nuestro lado cuando llegue ese momento, e intercederás por cada uno.

Y te imagino a ti, el día de la segunda venida de tu Hijo, como una hermosa Reina, con tu vestido blanco y manto azul, y con una corona de doce estrellas sobre tu cabeza. Imaginar esa belleza, que no se puede comparar con nada, sino sólo ver y admirar, despierta un sentimiento de felicidad, y un deseo de cielo y de eternidad, un deseo de amar, y de humillarse ante tal majestad, que uno sólo desea permanecer contigo para servirte.

Pero tu belleza es solo el reflejo de la majestad de Jesús, que es la belleza plena del Dios por quien se vive, quien nos promete un cielo lleno de amor, si somos fieles.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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