+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy me inquieta una pregunta que Tú formulas en el evangelio: Y los otros nueve
¿dónde están? ¿Dónde están tantos que antes eran cercanos a la Iglesia y ahora
no quieren saber nada de ella? ¿Dónde tantos de aquellos que antes eran
creyentes y ahora son ateos? ¿No tendré yo alguna culpa? ¿No habré vivido mi fe
sin compromiso serio con el hombre?
Del santo Evangelio según san Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: "¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a
presentarse a los sacerdotes". Mientras iban de camino, quedaron limpios
de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios
en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése era un
samaritano. Entonces dijo Jesús: "¿No eran diez los que quedaron limpios?
¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero,
que volviera para dar gloria a Dios?". Después le dijo al samaritano: "Levántate
y vete. Tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
En tiempos del Señor, los leprosos formaban parte del estamento de los marginados.
De hecho, aquellos diez leprosos fueron al encuentro de Jesús en la entrada de
un pueblo, pues ellos no podían entrar en las poblaciones, ni les estaba
permitido acercarse a la gente («se pararon a distancia»).
Con
un poco de imaginación, cada uno de nosotros puede reproducir la imagen de los
marginados de la sociedad, que tienen nombre como nosotros: inmigrantes,
drogadictos, delincuentes, enfermos de sida, gente en el paro, pobres... Jesús
quiere restablecerlos, remediar sus sufrimientos, resolver sus problemas; y nos
pide colaboración de forma desinteresada, gratuita, eficaz... por amor.
Además,
hacemos más presente en cada uno de nosotros la lección que da Jesús. Somos
pecadores y necesitados de perdón, somos pobres que todo lo esperan de Él.
¿Seríamos capaces de decir como el leproso «Jesús, maestro, ten compasión de
mi»? ¿Sabemos recurrir a Jesús con plegaria profunda y confiada?
¿Imitamos
al leproso curado, que vuelve a Jesús para darle gracias? De hecho, sólo «uno
de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios». Jesús echa de menos
a los otros nueve: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde
están?». San Agustín dejó la siguiente sentencia: «‘Gracias a Dios’: no hay nada
que uno puede decir con mayor brevedad (...) ni hacer con mayor utilidad que
estas palabras». Por tanto, nosotros, ¿cómo agradecemos a Jesús el gran don de
la vida, propia y de la familia; la gracia de la fe, la santa Eucaristía, el
perdón de los pecados...? ¿No nos pasa alguna vez que no le damos gracias por
la Eucaristía, aun a pesar de participar frecuentemente en ella? La Eucaristía
es —no lo dudemos— nuestra mejor vivencia de cada día.
Para la reflexión personal
Dice el famoso refrán: «De bien nacidos es ser
agradecidos».
a)
¿Cómo demostramos a Dios gratitud por todos los bienes que nos
concede?
b)
¿Cuáles son las «lepras» de las que necesitamos ser curados por
Dios?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: yo
sé que el mejor agradecimiento a Dios es el “operativo”. Es decir, agradecer
con obras de fe. Cualquier favor recibido es una gracia, y esa gracia debe de
dar fruto, para agradecer el favor.
Yo
te pido, Madre mía, que me ayudes a reconocer todas las gracias que Dios me da,
y también a ser agradecido, con frutos de santidad en mi vida sacerdotal.
Sé
que puedo reconocer fácilmente la acción de Dios en mi alma y que, por eso,
tengo más responsabilidad para agradecer. Quiero ser santo, y mostrar así, con
obras, mi fe.
Madre
¿cómo debe ser mi agradecimiento a Dios?
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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