+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
Zaqueo era un pecador y él lo sabía; pero no estaba a gusto con su pecado; le
pesaba demasiado, no era feliz y buscaba encontrarse con Jesús para poder abrir
su vida a un nuevo horizonte. Señor, yo también tengo pecados, pero tal vez el
mayor de todos sea el que no tengo ganas de cambiar, no tengo aspiraciones de
ser mejor, incluso me encuentro cómodo viviendo como vivo y no siento deseos de
encontrarme vivencialmente contigo. Haz, Señor, que cambie, pero no mañana sino
hoy.
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 1-10
En
aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que
un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a
Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura.
Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al
llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate
pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa".
Él bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, Zaqueo soy yo. Este
personaje era rico y jefe de publicanos; yo tengo más de lo que necesito y
quizás muchas veces actúo como un publicano y me olvido de Cristo. Jesús, entre
la multitud, busca a Zaqueo; hoy, en medio de este mundo, me busca a mí
precisamente: «Baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa».
Zaqueo
desea ver a Jesús; no lo conseguirá si no se esfuerza y sube al árbol.
¡Quisiera yo ver tantas veces la acción de Dios!, pero no sé si verdaderamente
estoy dispuesto a hacer el ridículo obrando como Zaqueo. La disposición del
jefe de publicanos de Jericó es necesaria para que Jesús pueda actuar; y, si no
se apremia, quizás pierda la única oportunidad de ser tocado por Dios y, así,
ser salvado. Quizás yo he tenido muchas ocasiones de encontrarme con Jesús y
quizás ya va siendo hora de ser valiente, de salir de casa, de encontrarme con
Él y de invitarle a entrar en mi interior, para que Él pueda decir también de
mí: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de
Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba
perdido».
Zaqueo
deja entrar a Jesús en su casa y en su corazón, aunque no se sienta muy digno
de tal visita. En él, la conversión es total: empieza con la renuncia a la
ambición de riquezas, continúa con el propósito de compartir sus bienes y acaba
con la resolución de hacer justicia, corrigiendo los pecados que ha cometido.
Quizás Jesús me está pidiendo algo similar desde hace tiempo, pero yo no quiero
escucharle y hago oídos sordos; necesito convertirme.
Para la reflexión personal
a)
¿Cuál pensamos que sería la razón por la que Zaqueo quería conocer
a Jesús?
b)
¿Cuándo sale Jesús a nuestro encuentro y cuándo somos nosotros
quienes le buscamos a él?
c)
¿En qué medida el encuentro con Jesús transforma nuestra vida
cotidiana?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra: tú
eres refugio de los pecadores. Y eso quiere decir que le ayudas al pecador para
que se convierta, para que reconozca sus pecados, se arrepienta, los confiese,
haga el propósito de enmienda, y repare convenientemente.
A
veces resulta difícil reconocer los pecados. Zaqueo vivía en un ambiente en
donde lo “normal” era robar, aprovecharse de su cargo y abusar, a costa de los
demás. Pasa con frecuencia que el pecador no se siente tan culpable porque
“todos lo hacen”. Quizá Adán y Eva pensaron lo mismo, y no por eso dejó de ser
muy grave su delito.
Danos
tu auxilio para corregirnos cuando nos equivocamos, para convertirnos, y
dejarle a Cristo abierta la puerta de nuestro corazón, para que nos llene de su
gracia.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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