domingo, 6 de diciembre de 2020

¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar los pecados?

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, un día más vengo a pedirte que me envíes el Espíritu Santo para que me haga descubrir las maravillas que Tú obras en el corazón de tus fieles, en el interior de mi propio corazón. Haz que no me limite a admirar lo de fuera: lo visible, lo tangible, lo que puedo tocar con mis manos. El gran milagro que hizo Jesús al paralítico no fue el curarle su enfermedad física sino la sanación interior, el perdonarle todos sus pecados. Dame, Señor, en este día una mirada profunda para ver las maravillas que obras en el interior de mi corazón.

 

Del santo Evangelio según san Lucas 5, 17-26


Un día Jesús estaba enseñando y estaban también sentados ahí algunos fariseos y doctores de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. El poder del Señor estaba con Él para que hiciera curaciones. Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de entrar, para colocarlo delante de Él; pero como no encontraban por dónde meterlo a causa de la muchedumbre, subieron al techo y por entre las tejas lo descolgaron en la camilla y se lo pusieron delante a Jesús. Cuando Él vio la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: "Amigo mío, se te perdonan tus pecados".

Entonces los escribas y fariseos comenzaron a pensar: "¿Quién es este individuo que así blasfema? ¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar los pecados?" Jesús, conociendo sus pensamientos, les replicó: "¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Se te perdonan tus pecados’ o ‘Levántate y anda’? Pues para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —dijo entonces al paralítico: Yo te lo mando: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El paralítico se levantó inmediatamente, en presencia de todos, tomó la camilla donde había estado tendido y se fue a su casa glorificando a Dios. Todos quedaron atónitos y daban gloria a Dios, y llenos de temor, decían: "Hoy hemos visto maravillas".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Hoy vemos al Señor que enseñaba a los que se consideraban muy sabios en aquellos tiempos: los fariseos y los maestros de la ley. A veces, nosotros podemos pensar que por el siglo en que vivimos o por los estudios que hemos hecho, poco nos queda para aprender. Esta lógica no sobrenatural nos lleva frecuentemente a querer hacer que los caminos de Dios sean los nuestros y no al revés.

En la actitud de quienes quieren la curación de su amigo vemos los esfuerzos humanos para conseguir lo que realmente desean. Lo que querían era algo muy bueno: que el enfermo pudiera andar. Pero no es suficiente con esto. Nuestro Señor quiere hacer con nosotros una sanación completa. Y por eso comienza con lo que Él ha venido a realizar en este mundo, lo que su santo nombre significa: Salvar al hombre de sus pecados.

—La fuente más profunda de mis males son siempre mis pecados: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados». Muy frecuentemente, nuestra oración o nuestro interés es puramente material, pero el Señor sabe lo que nos conviene más. Como en aquellos tiempos, los consultorios de los médicos están llenos de enfermos. Pero, como aquellos hombres, tenemos el riesgo de no ir con tanta diligencia al lugar donde realmente nos restablecemos plenamente: al encuentro con el Señor en el sacramento de la Penitencia.

Punto fundamental en todo tiempo para el creyente es el encuentro sincero con Jesucristo misericordioso. Él, rico en misericordia, nos recuerda especialmente hoy que en este Adviento no podemos descuidar el necesario perdón que Él da a manos llenas. Y, si es preciso, echemos los impedimentos —el tejado— que nos impiden verle. —Yo también necesito retirar las tejas de mis prejuicios, de mis comodidades, de mis ocupaciones, de las desconfianzas, que son un obstáculo para “mirar de tejas arriba”.

 

Para la reflexión personal

 

a)    Como paralíticos, ¿qué parálisis nos impide acercarnos a Jesús?

b)   Como los hombres que llevan al paralítico a Jesús, ¿a qué personas hemos llevado a la presencia del Señor?

c)   Como los maestros de la ley y los fariseos, ¿en qué momentos de la vida hemos dudado del perdón que Jesús ofrece a todos los seres humanos?

d)   Como Jesús, ¿a qué personas hemos curado con nuestra palabra, cercanía o presencia?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/3gn1w

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre nuestra: tú eres Reina de la Paz, y Madre de misericordia. Nosotros, tus sacerdotes, tenemos experiencia de cómo los penitentes que acuden al sacramento de la misericordia recuperan la paz perdida por el pecado.

Enséñanos a ser buenos administradores de la misericordia, a través de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, y de la predicación de la Palabra.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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