+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
La liturgia nos presenta un precioso cuadro a
contraluz, es decir, un claro-oscuro. La luz de María sobre el fondo oscuro del
primer pecado de nuestros primeros padres. El pecado no fue el comer una
manzana. El pecado fue que Adán quiso comer del árbol de la ciencia del bien y
del mal, es decir, el árbol prohibido por Dios. Sólo Dios conoce el misterio
del bien y del mal. Ellos no aceptaron su rol de criaturas, y quisieron ser
como Dios. Dijeron NO A
DIOS. Es el pecado del hombre de nuestro tiempo. Se ha hecho Dios.
Con la técnica, el desarrollo, la ciencia…se ha erigido como Dios. Nadie debe
estar por encima del hombre. En cambio, María es la mujer del SI. Un sí total, sonoro, rotundo. Una vida totalmente
orientada hacia Él. En gozosa dependencia de Él, en actitud reverencial: como
una sierva que sirve a su Señor.
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin". María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Tres notas no siempre bien afinadas en nuestra sociedad: la del hacer, la de la
amistad y la de la coherencia de vida. Hoy día hacemos muchas cosas, pero,
¿tenemos un proyecto? Hoy, que navegamos en la sociedad de la comunicación,
¿tiene cabida en nuestros corazones la soledad? Hoy, en la era de la
información, ¿nos permite ésta dar forma a nuestra personalidad?
Un proyecto.
María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David».
María tiene un proyecto. Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo,
Dios irrumpe en su vida para presentarle otro proyecto... de proporciones
divinas. También hoy, quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas
a nuestro quehacer humano.
Una presencia.
«No temas, María». ¡No construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la
adicción al “hacer” escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la
profesión no han de ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor
está contigo». Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de
rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la
amistad con los otros.
Formarnos.
Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia contrapuestos, es
necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María, dice san Luis María
Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos maneras de hacer una escultura,
expone Grignion: una, más ardua, a base de golpes de cincel. La otra,
sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más sencilla. Pero el éxito está en
que la materia sea maleable y que el molde dibuje con perfección la imagen.
María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?
Para la reflexión personal
a) ¿Alguna
vez tengo la sensación de estar perdido? ¿Cuáles son los síntomas?
¿Busco apoyo en Dios?
b) ¿Hay
momentos en mi vida en que me siento “hueco por dentro? ¿A qué se debe? ¿Me
gustaría salir de esa situación? ¿Cómo?
c) ¿Me
gusta ayudar a los demás? ¿En qué ocasiones lo hago? ¿Podría hacer algo
más?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: tú eres la perfección humana, la
pureza en forma de mujer, la belleza plena, la llena de gracia, la Inmaculada
Concepción, el Arca de la Alianza, la Puerta del Cielo, la Estrella de la
mañana, Madre del Creador, Madre del Redentor, Madre de gracia, Madre de
misericordia, Madre de todos los hombres, Madre de la Iglesia, Madre de Dios,
Reina concebida sin pecado original, la siempre Virgen y Madre, Reina del
Paraíso, la Inmaculada y pura desde su concepción, la que permanece siempre
virgen, que nunca fue tocada ni transformada, que permanece tal cual como Ella
fue creada desde un principio, para ser digna morada del Hijo de Dios, y que es
perfecta.
Virginidad
de cuerpo y de alma, que encierra la integridad magistral de la criatura que
fue creada Inmaculada y pura para ser preservada de todo pecado, para
permanecer sin mancha ni arruga, pensada así por Dios desde antes de que el
mundo existiera, para contener en sus entrañas la manifestación salvífica de la
misericordia de Dios.
Vísteme
de tu pureza, Madre, para que en mí encuentre gracia ante Dios.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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