martes, 9 de febrero de 2021

Lo que mancha al hombre es lo que sale de dentro.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, de nuevo estoy a tu lado. Para mí la oración no es un lujo sino una necesidad. Yo necesito comer y beber; dormir y respirar. Gracias porque siento necesidad de rezar. Así puedo asegurar siempre mi oración. Si no sintiera esa dulce necesidad de estar contigo, me olvidaría de orar. ¿Y qué sería yo sin oración? Sería como una planta que no se riega, como un día sin sol, como una noche sin estrellas.  

 

Del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro".


Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: "¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?" Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.

Luego agregó: "Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Hoy Jesús nos enseña que todo lo que Dios ha hecho es bueno. Es, más bien, nuestra intención no recta la que puede contaminar lo que hacemos. Por eso, Jesucristo dice: «Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre». La experiencia de la ofensa a Dios es una realidad. Y con facilidad el cristiano descubre esa huella profunda del mal y ve un mundo esclavizado por el pecado. La misión que Jesús nos encarga es limpiar —con ayuda de su gracia— todas las contaminaciones que las malas intenciones de los hombres han introducido en este mundo.

El Señor nos pide que toda nuestra actividad humana esté bien realizada: espera que en ella pongamos intensidad, orden, ciencia, competencia, afán de perfección, no buscando otra mira sino restaurar el plan creador de Dios, que todo lo hizo bueno para provecho del hombre.

Sólo nuestra voluntad puede estropear el plan divino y hace falta vigilar para que no sea así. Muchas veces se meten la vanidad, el amor propio, los desánimos por falta de fe, la impaciencia por no conseguir los resultados esperados, etc. Por eso, nos advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige».

Convendrá, por tanto, estar atentos en el ofrecimiento de obras, mantener la presencia de Dios y considerar frecuentemente la filiación divina, de manera que todo nuestro día —con oración y trabajo— tome su fuerza y empiece en el Señor, y que todo lo que hemos comenzado por Él llegue a su fin.

Podemos hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos humanos es corredentor cuando está unido a los actos de Cristo.

 

Para la reflexión personal

 

También nosotros, como la gente, los fariseos, los maestros de la ley y los discípulos, necesitamos que Jesús nos recuerde hoy que lo esencial es vivir nuestro compromiso cristiano con el corazón, porque todos estamos tentados de caer en una religiosidad ritual y legalista.

 

a)    «Lo que sale de dentro es lo que contamina al hombre». ¿Qué hay en nuestro interior que está manchado y necesitaríamos que el Señor purificase?

 

b)   «¿De modo que tampoco vosotros entendéis?». ¿Qué dificultades encontramos para comprender el mensaje de Jesús?

 

c)   ¿Cuáles son las actitudes que orientan nuestro modo de actuar con Dios y con los demás?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/agsw

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: tu Hijo Jesús sólo puede exultar de tu belleza inmaculada. Se entiende que diga que tu corazón y el suyo laten al unísono, siendo fusionados por el amor en un solo corazón, siendo pura siempre en tu intención.

Yo quiero tener mi corazón unido al tuyo, para no ser contaminado, para ser fortalecido y preservado de toda mancha. Intercede por mí, para que consiga la pureza de mi corazón y pueda así entregar completamente mi voluntad a Dios.

Quiero que mi corazón sea tuyo, para ser de Jesús para siempre.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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