+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
de nuevo estoy a tu lado. Para mí la oración no es un lujo sino una necesidad.
Yo necesito comer y beber; dormir y respirar. Gracias porque siento necesidad
de rezar. Así puedo asegurar siempre mi oración. Si no sintiera esa dulce
necesidad de estar contigo, me olvidaría de orar. ¿Y qué sería yo sin oración?
Sería como una planta que no se riega, como un día sin sol, como una noche sin
estrellas.
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23
En
aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: "Escúchenme
todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí
lo mancha es lo que sale de dentro".
Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: "¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?" Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.
Luego
agregó: "Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del
corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos,
los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el
desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas
estas maldades salen de dentro y manchan al hombre".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy Jesús nos enseña que todo lo
que Dios ha hecho es bueno. Es, más bien, nuestra intención no recta la que
puede contaminar lo que hacemos. Por eso, Jesucristo dice: «Nada hay fuera del
hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre,
eso es lo que contamina al hombre». La experiencia de la ofensa a Dios es una
realidad. Y con facilidad el cristiano descubre esa huella profunda del mal y
ve un mundo esclavizado por el pecado. La misión que Jesús nos encarga es
limpiar —con ayuda de su gracia— todas las contaminaciones que las malas
intenciones de los hombres han introducido en este mundo.
El
Señor nos pide que toda nuestra actividad humana esté bien realizada: espera
que en ella pongamos intensidad, orden, ciencia, competencia, afán de
perfección, no buscando otra mira sino restaurar el plan creador de Dios, que
todo lo hizo bueno para provecho del hombre.
Sólo
nuestra voluntad puede estropear el plan divino y hace falta vigilar para que
no sea así. Muchas veces se meten la vanidad, el amor propio, los desánimos por
falta de fe, la impaciencia por no conseguir los resultados esperados, etc. Por
eso, nos advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad
halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar
los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige».
Convendrá,
por tanto, estar atentos en el ofrecimiento de obras, mantener la presencia de
Dios y considerar frecuentemente la filiación divina, de manera que todo
nuestro día —con oración y trabajo— tome su fuerza y empiece en el Señor, y que
todo lo que hemos comenzado por Él llegue a su fin.
Podemos
hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos
humanos es corredentor cuando está unido a los actos de Cristo.
Para la reflexión personal
También nosotros, como la gente, los
fariseos, los maestros de la ley y los discípulos, necesitamos que Jesús nos
recuerde hoy que lo esencial es vivir nuestro compromiso cristiano con el
corazón, porque todos estamos tentados de caer en una religiosidad ritual y legalista.
a)
«Lo que sale de dentro es lo que contamina al hombre». ¿Qué hay en
nuestro interior que está manchado y necesitaríamos que el Señor purificase?
b)
«¿De modo que tampoco vosotros entendéis?». ¿Qué dificultades
encontramos para comprender el mensaje de Jesús?
c)
¿Cuáles son las actitudes que orientan nuestro modo de actuar con
Dios y con los demás?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: tu Hijo Jesús sólo puede exultar de
tu belleza inmaculada. Se entiende que diga que tu corazón y el suyo laten al
unísono, siendo fusionados por el amor en un solo corazón, siendo pura siempre
en tu intención.
Yo
quiero tener mi corazón unido al tuyo, para no ser contaminado, para ser
fortalecido y preservado de toda mancha. Intercede por mí, para que consiga la
pureza de mi corazón y pueda así entregar completamente mi voluntad a Dios.
Quiero
que mi corazón sea tuyo, para ser de Jesús para siempre.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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