jueves, 18 de febrero de 2021

Si alguno quiere acompañarme.

 + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

Señor, siempre que me asomo a este evangelio me asusta. Hay que tomar la cruz. No puede haber cristianismo sin cruz. Es lo que nos dices. Pero en este evangelio de Lucas, esa cruz a la que tú te refieres no es esa Cruz tuya tan pesada, sino la cruz de cada día. Dame tu gracia para cargar con ella, sin olvidar tu promesa de: “resucitar al tercer día”. Es verdad que no hay Resurrección sin Cruz, pero no es menos verdad que no hay Cruz que no termine en Resurrección. Haz, Señor, que la luz de la Pascua ilumine mi camino en esta cuaresma.

 

Del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día".


Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo; "Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.

Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

h Hoy es el primer jueves de Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la Iglesia nos ponía ayer sobre la frente, y que nos introducía en este tiempo santo, que es un trayecto de cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña dos rutas: el Via Crucis que Él ha de recorrer, y nuestro camino en su seguimiento.

Su senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...), ser matado y resucitar al tercer día». Nuestro sendero, esencialmente, no es diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de seguirlo: «Si alguno quiere venir en pos de mí...».

Abrazado a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra sobre los hombros, le acompañamos en su Via Crucis.

El camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección. Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día la cruz y acompañar a Jesús.

Si alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz, por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús: «¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».

¡Ojalá que en esta Cuaresma la misma palabra nos ayude también a convertirnos!

 

Para la reflexión personal

 

El evangelio relaciona la cruz de Jesús con la vida cotidiana del seguidor. El cristiano ha de cargar con la cruz cada día.

 

a)    ¿Cuáles son nuestras cruces cotidianas? ¿Qué sentido adquieren cuando se carga con ellas detrás de Jesús?

 

b)   ¿Cómo podemos vislumbrar la resurrección y la salvación en medio de la cruz y la renuncia?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/8lsoh

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: seguramente tu alma fue traspasada de dolor cuando escuchaste aquellas palabras de tu Hijo Jesús, de que es necesario que sufra mucho y que sea rechazado y entregado a muerte.

Es el mismo dolor que tuviste cuando se cumplían esas palabras en sus discípulos, otros Cristos, configurados con Él, quienes entregaron su vida teniendo los mismos sentimientos que Jesús, unidos a Él llevando su cruz, perdiendo la vida por su causa.

Tú estuviste sosteniendo su entrega, como lo hiciste en el Calvario acompañando a tu Hijo. Yo quiero pedirte que también a mí me acompañes siempre, para poder llevar mi cruz con alegría, sintiendo tu presencia y tu consuelo. Ayúdame, Madre.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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