+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
siempre que me asomo a este evangelio me asusta. Hay que tomar la cruz. No
puede haber cristianismo sin cruz. Es lo que nos dices. Pero en este evangelio
de Lucas, esa cruz a la que tú te refieres no es esa Cruz tuya tan pesada, sino
la cruz de cada día. Dame tu gracia para cargar con ella, sin olvidar tu
promesa de: “resucitar al tercer día”. Es verdad que no hay Resurrección sin
Cruz, pero no es menos verdad que no hay Cruz que no termine en Resurrección.
Haz, Señor, que la luz de la Pascua ilumine mi camino en esta cuaresma.
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Es necesario que el Hijo del
hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día".
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo; "Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.
Pues
el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre
ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy es el primer jueves de
Cuaresma. Todavía tenemos fresca la ceniza que la Iglesia nos ponía ayer sobre
la frente, y que nos introducía en este tiempo santo, que es un trayecto de
cuarenta días. Jesús, en el Evangelio, nos enseña dos rutas: el Via Crucis que
Él ha de recorrer, y nuestro camino en su seguimiento.
Su
senda es el Camino de la Cruz y de la muerte, pero también el de su
glorificación: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado (...),
ser matado y resucitar al tercer día». Nuestro sendero, esencialmente, no es
diferente del de Jesús, y nos señala cuál es la manera de seguirlo: «Si alguno
quiere venir en pos de mí...».
Abrazado
a su Cruz, Jesús seguía la Voluntad del Padre; nosotros, cargándonos la nuestra
sobre los hombros, le acompañamos en su Via Crucis.
El
camino de Jesús se resume en tres palabras: sufrimiento, muerte, resurrección.
Nuestro sendero también lo constituyen tres aspectos (dos actitudes y la
esencia de la vocación cristiana): negarnos a nosotros mismos, tomar cada día
la cruz y acompañar a Jesús.
Si
alguien no se niega a sí mismo y no toma la cruz, quiere afirmarse y ser él
mismo, quiere «salvar su vida», como dice Jesús. Pero, queriendo salvarla, la
perderá. En cambio, quien no se esfuerza por evitar el sufrimiento y la cruz,
por causa de Jesús, salvará su vida. Es la paradoja del seguimiento de Jesús:
«¿De qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde
o se arruina?».
¡Ojalá
que en esta Cuaresma la misma palabra nos ayude también a convertirnos!
Para la reflexión personal
El evangelio relaciona la cruz de Jesús con la vida cotidiana del
seguidor. El cristiano ha de cargar con la cruz cada día.
a) ¿Cuáles son nuestras cruces cotidianas? ¿Qué
sentido adquieren cuando se carga con ellas detrás de Jesús?
b) ¿Cómo podemos vislumbrar la resurrección y la
salvación en medio de la cruz y la renuncia?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es
el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María,
nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: seguramente
tu alma fue traspasada de dolor cuando escuchaste aquellas palabras de tu Hijo
Jesús, de que es necesario que sufra mucho y que sea rechazado y entregado a
muerte.
Es
el mismo dolor que tuviste cuando se cumplían esas palabras en sus discípulos,
otros Cristos, configurados con Él, quienes entregaron su vida teniendo los
mismos sentimientos que Jesús, unidos a Él llevando su cruz, perdiendo la vida
por su causa.
Tú
estuviste sosteniendo su entrega, como lo hiciste en el Calvario acompañando a
tu Hijo. Yo quiero pedirte que también a mí me acompañes siempre, para poder
llevar mi cruz con alegría, sintiendo tu presencia y tu consuelo. Ayúdame,
Madre.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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