+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, quiero
escuchar bien tu Palabra. Y la quiero escuchar no sólo con el oído externo sino
con el oído interior, con el oído del corazón. Y quiero que esas tus palabras
se ahonden dentro de mí, me penetren y se hagan norma de mi vida. Son palabras
recias, exigentes. Sé que yo solo no las puedo cumplir; por eso te pido que me
envíes al Espíritu Santo con sus dones. Con Él todo será fácil, sencillo,
incluso placentero.
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les aseguro que si su justicia
no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes
en el Reino de los cielos.
Han oído que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por
lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí
mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al
altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar
tu ofrenda.
Arréglate
pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te
entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, el Señor, al hablarnos de
lo que ocurre en nuestros corazones, nos incita a convertirnos. El mandamiento
dice «No matarás», pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar
de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en
nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e
insultarlos («imbécil»; «renegado».
El
Señor nos llama a ser personas íntegras: «Deja tu ofrenda allí, delante del
altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano», es decir, la fe que
profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida
cotidiana y afectar a nuestra conducta. Por ello, Jesús nos pide que nos
reconciliemos con nuestros enemigos. Un primer paso en el camino hacia la
reconciliación es rogar por nuestros enemigos, como Jesús solicita. Si se nos
hace difícil, entonces, sería bueno recordar y revivir en nuestra imaginación a
Jesucristo muriendo por aquellos que nos disgustan. Si hemos sido seriamente
dañados por otros, roguemos para que cicatrice el doloroso recuerdo y para
conseguir la gracia de poder perdonar. Y, a la vez que rogamos, pidamos al
Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida
—reemplazándola con su amor— para que así seamos libres para poder perdonar.
Para la reflexión personal
a) Pensando en el círculo de nuestras relaciones
(familia, amigos íntimos, conocidos, compañeros de trabajo), ¿qué sentimientos
predominan?
b) ¿Qué relación hay en nuestra vida entre la
celebración de los sacramentos y la reconciliación con el hermano?
c) ¿Cómo es nuestra relación con las personas a las
que consideramos adversarias o enemigas? ¿Qué pasos de acercamiento cristiano
podemos dar?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: cuesta
mucho reconciliarse con algún hermano que nos ha ofendido, porque implica
perdonar y olvidar. Y también cuesta mucho reconocer una falta contra el
prójimo, cuando somos nosotros mismos los culpables.
Sabemos
que no nos faltará la gracia de Dios, porque nos ayuda especialmente cuando se
trata de cumplir el mandamiento del amor, y porque Jesús nos puso el ejemplo
con su vida, y pidiéndonos incluso que amemos a nuestros enemigos.
Todos
tenemos que reconocer que nos interesa vivir en paz en todos los sentidos, para
poder cumplir muy bien con nuestros deberes, con Dios y con los demás.
Madre
¿cómo debe ser la reconciliación con mis hermanos para tener una verdadera paz?
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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