+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy te pido que sepa liberarme de todos los ruidos, de todos los quehaceres, de
todas preocupaciones, y sienta la alegría de tus discípulos cuando les
invitaste a descansar. No dudo que el paisaje era bonito, que desde ese lugar
se respiraba el olor a campo; pero lo que realmente hacía precioso el lugar era
que “estaban contigo”. Tú eres para mí el verdadero descanso. Dame, la dicha de
descansar hoy un rato a tu lado.
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34
En
aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo
lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: "Vengan conmigo a un
lugar solitario, para que descansen un poco". Porque eran tantos los que
iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando
Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se
compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a
enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran
muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer». Frecuentemente nosotros nos
vemos abocados al mismo trasiego. El trabajo exige buena parte de nuestras
energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras
actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez,
benefician a terceros... ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer
que no podemos todo lo que quisiéramos.
Una
necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En
estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso.
Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían
hecho». Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro
corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera
encontrarnos con nuestros cansancios.
Jesús
les dice: «Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar
un poco». ¡En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra
existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto
Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no
descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su
amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.
Una
paradoja. La escena del Evangelio acaba “mal”: los discípulos no pueden
reposar. El plan de Jesús fracasa: son abordados por la gente. No han podido “desconectar”.
Nosotros, con frecuencia, no podemos liberarnos de nuestras obligaciones
(hijos, cónyuge, trabajo...): ¡sería como traicionarnos! Se impone encontrar a
Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios, si nuestro corazón
descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles... y la realidad —desnuda de
quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí, hemos de reposar.
Para la reflexión personal
A la luz del evangelio que hemos
leído, escuchamos cómo Jesús también nos invita hoy a ir con él a un lugar
tranquilo para poder descansar de tantas tareas y ocupaciones que nos hacen
perder la paz.
a)
La imagen de Jesús sintiendo compasión de la gente porque están
como ovejas sin pastor, ¿qué sentimientos y actitudes provoca en nosotros?
b)
Revisamos nuestra oración. ¿Cuánto tiempo dedicamos a estar a
solas con el Señor?
c)
«No tenían tiempo ni para comer». ¿Cómo es nuestra entrega y
compromiso como seguidores de Jesús, llamados a anunciar su evangelio a tiempo
y a destiempo?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre nuestra: tu
Hijo Jesús sintió la preocupación por el descanso de sus apóstoles. Él mismo
debió sentirse cansado muchas veces, con el cansancio propio de un hombre
verdadero.
Era comprensible
que quisiera aprovechar bien los pocos momentos de que dispondrían para
descansar, y comer, para recuperar las energías perdidas.
Pero las ovejas
reclamaban mucho la atención de sus pastores. Y no podía decir que no, aunque
fallaran las fuerzas físicas.
Madre, yo también
siento muchas veces el cansancio en el ejercicio de mi ministerio. Y siento
como un deber dedicar tiempo a mi descanso, para poder rendir bien cada
jornada. Te pido que me acojas en tus brazos, con la ternura de una madre, para
descansar en ti.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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