+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, hoy vengo a
la oración a pedirte lo mismo que el Apóstol Felipe: “Muéstranos
al Padre y nos basta”. Y es que la palabra “Padre” no caía
nunca de tu boca. El Padre alimenta los pájaros del cielo y viste los lirios
del campo; el Padre manda la lluvia y el sol; el Padre tiene contados hasta los
cabellos de nuestra cabeza. Hoy te pido que me hagas comprender lo maravilloso
que es ese Padre al que tantas veces te dirigías.
Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30
En
aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones
en sábado): "Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo". Por eso
los judíos buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el
sábado, sino que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.
Entonces Jesús les habló en estos términos: "Yo les aseguro: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes. Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha dado al Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo
les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida
eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz
del Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene
la vida en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le
ha dado el poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No
se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la
tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los
que hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo.
Según lo que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, el Evangelio nos habla de
la respuesta que Jesús dio a algunos que veían mal que Él hubiese curado a un
paralítico en sábado. Jesucristo aprovecha estas críticas para manifestar su
condición de Hijo de Dios y, por tanto, Señor del sábado. Unas palabras que
serán motivo de la sentencia condenatoria el día del juicio en casa de Caifás.
En efecto, cuando Jesús se reconoció Hijo de Dios, el gran sacerdote exclamó:
«¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la
blasfemia, ¿qué os parece?».
Muchas
veces, Jesús había hecho referencias al Padre, pero siempre marcando una
distinción: la Paternidad de Dios es diferente si se trata de Cristo o de los
hombres. Y los judíos que le escuchaban le entendían muy bien: no era Hijo de
Dios como los otros, sino que la filiación que reclama para Él mismo es una
filiación natural. Jesús afirma que su naturaleza y la del Padre son iguales,
aun siendo personas distintas. Manifiesta de esta manera su divinidad. Es éste
un fragmento del Evangelio muy interesante de cara a la revelación del misterio
de la Santísima Trinidad.
Entre
las cosas que hoy dice el Señor hay algunas que hacen especial referencia a
todos aquellos que a lo largo de la historia creerán en Él: escuchar y creer a
Jesús es tener ya la vida eterna. Ciertamente, no es todavía la vida
definitiva, pero ya es participar de la promesa. Conviene que lo tengamos muy
presente, y que hagamos el esfuerzo de escuchar la palabra de Jesús, como lo
que realmente es: la Palabra de Dios que salva. La lectura y la meditación del
Evangelio ha de formar parte de nuestras prácticas religiosas habituales. En
las páginas reveladas oiremos las palabras de Jesús, palabras inmortales que
nos abren las puertas de la vida eterna.
Para la reflexión personal
a) ¿En
qué medida buscamos hacer en nuestra vida la voluntad de Dios y no lo que nos
agrada?
b) «El
Padre tiene el poder de dar la vida». ¿De qué modo nos anima esta promesa a
vivir con esperanza?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
de misericordia: yo amo a mi madre de sangre, y pienso en el amor que te
ha tenido siempre tu divino Hijo. Es un amor de agradecimiento por tu entrega
generosa y por tu derroche de amor.
Una
madre ama a todos sus hijos con ternura, y da su vida por ellos con
generosidad.
Si
eso hace una madre de sangre, ¡cuánto más harás tú por nosotros!
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: muestra lo que es ser madre, enséñame a ser
misericordioso, déjame entrar a tu corazón, y modela mi alma conforme a tu Hijo
Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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