+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Cuando
éramos niños nos explicaban este misterio con aquella anécdota que se cuenta de
San Agustín. Mientras paseaba por la playa pensando en este misterio, se le
apareció un ángel, en forma de niño. Le pregunta Agustín: ¿Qué haces ahí? Le
contestó: estoy tratando de trasvasar toda el agua del mar a este pocito que yo
he hecho en la arena. ¡Eso es imposible! Pues más imposible es que tú puedas
entender el misterio de la Trinidad. Me sirve ese ejemplo con tal de que ese
Misterio no sea para la cabeza sino para el corazón. Es imposible comprender lo
que Dios nos ama. Es un misterio, pero un misterio de amor. Un mar inmenso de
amor que nos rebasa, nos trasciende y nos inunda.
Del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20
En
aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el
que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos
titubeaban.
Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, la liturgia nos invita a
adorar a la Trinidad Santísima, nuestro Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Un solo Dios en tres Personas, en el nombre del cual hemos sido
bautizados. Por la gracia del Bautismo estamos llamados a tener parte en la
vida de la Santísima Trinidad aquí abajo, en la oscuridad de la fe, y, después
de la muerte, en la vida eterna. Por el Sacramento del Bautismo hemos sido
hechos partícipes de la vida divina, llegando a ser hijos del Padre Dios,
hermanos en Cristo y templos del Espíritu Santo. En el Bautismo ha comenzado
nuestra vida cristiana, recibiendo la vocación a la santidad. El Bautismo nos
hace pertenecer a Aquel que es por excelencia el Santo, el «tres veces santo».
El
don de la santidad recibido en el Bautismo pide la fidelidad a una tarea de
conversión evangélica que ha de dirigir siempre toda la vida de los hijos de
Dios: «Ésta es la voluntad de Dios: su santificación». Es un compromiso que
afecta a todos los bautizados. «Todos los fieles, de cualquier estado o régimen
de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de
la caridad» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 40).
Si
nuestro Bautismo fue una verdadera entrada en la santidad de Dios, no podemos
contentarnos con una vida cristiana mediocre, rutinaria y superficial. Estamos
llamados a la perfección en el amor, ya que el Bautismo nos ha introducido en
la vida y en la intimidad del amor de Dios.
Con
profundo agradecimiento por el designio benévolo de nuestro Dios, que nos ha
llamado a participar en su vida de amor, adorémosle y alabémosle hoy y siempre.
«Bendito sea Dios Padre, y su único Hijo, y el Espíritu Santo, porque ha tenido
misericordia de nosotros» (Antífona de entrada de la misa).
Para la reflexión personal
En
los Hechos de los Apóstoles 2, 38 Pedro habla del bautismo en el nombre del
Señor Jesús. Aquí se habla del bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
a) ¿Cuál
es la diferencia entre estas tres afirmaciones, o acaso se trata de un mismo
bautismo?
b) ¿Cuál
es exactamente la misión que Jesús confiere a los Once?
c) ¿Cuál
es hoy la misión de nuestras comunidades como discípulos de Jesús?
d) Según
el texto, ¿Dónde podemos encontrarla fuerza y el valor para cumplir nuestra
misión?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo,
Esposa de Dios Espíritu Santo, más que tú, sólo Dios.
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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