+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Dios
mío, te agradezco que me hables claro, que me digas desde el principio que el
ser cristiano no es fácil, conlleva dificultades, persecuciones y, en algún
caso, la misma muerte. Nada, por otra parte, que no haya sucedido a Jesús. Y el
discípulo no puede ser de mejor condición que el maestro. Pero la causa de
Jesús nunca fracasa porque la muerte siempre termina en vida. Señor, que aún en
medio de mis dificultades, jamás pierda la esperanza.
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 16-23
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "Yo los envío como ovejas entre
lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.
Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.
El
hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se
levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi
causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.
Cuando
los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán a
recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del
hombre".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, el Evangelio remarca las
dificultades y las contradicciones que el cristiano habrá de sufrir por causa
de Cristo y de su Evangelio, y como deberá resistir y perseverar hasta el
final. Jesús nos prometió: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin
del mundo»; pero no ha prometido a los suyos un camino fácil, todo lo
contrario, les dijo: «Serán odiados de todos por causa de mi nombre».
La
Iglesia y el mundo son dos realidades de “difícil” convivencia. El mundo, que
la Iglesia ha de convertir a Jesucristo, no es una realidad neutra, como si
fuera cera virgen que sólo espera el sello que le dé forma. Esto habría sido
así solamente si no hubiese habido una historia de pecado entre la creación del
hombre y su redención. El mundo, como estructura apartada de Dios, obedece a
otro señor, que el Evangelio de san Juan denomina como “el señor de este
mundo”, el enemigo del alma, al cual el cristiano ha hecho juramento —en el día
de su bautismo— de desobediencia, de plantarle cara, para pertenecer sólo al
Señor y a la Madre Iglesia que le ha engendrado en Jesucristo.
Pero
el bautizado continúa viviendo en este mundo y no en otro, no renuncia a la
ciudadanía de este mundo ni le niega su honesta aportación para sostenerlo y
para mejorarlo; los deberes de ciudadanía cívica son también deberes
cristianos; pagar los impuestos es un deber de justicia para el cristiano.
Jesús dijo que sus seguidores estamos en el mundo, pero no somos del mundo. No
pertenecemos al mundo incondicionalmente, sólo pertenecemos del todo a
Jesucristo y a la Iglesia, verdadera patria espiritual, que está aquí en la
tierra y que traspasa la barrera del espacio y del tiempo para desembarcarnos
en la patria definitiva del cielo.
Esta
doble ciudadanía choca indefectiblemente con las fuerzas del pecado y del
dominio que mueven los mecanismos mundanos. Repasando la historia de la
Iglesia, Newman decía que «la persecución es la marca de la Iglesia y quizá la
más duradera de todas».
Para la reflexión personal
Una situación desoladora, pero con el Espíritu
Santo como defensor.
a)
¿Qué
dificultades encontramos nosotros en nuestro seguimiento de Jesús?
b)
¿En qué
se parece nuestra reacción a lo que pide el evangelio?
c)
¿Qué
ayuda sentimos que Dios nos envía en las situaciones de dificultad?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: da
mucha seguridad saber que tú vas siempre a nuestro lado, sobre todo cuando
vienen las dificultades, las contrariedades. Nos cuidas y nos proteges todo el
tiempo, no sólo para evitarnos cualquier daño, sino para decirnos cuál es el
camino seguro.
Ayúdanos
a comprender bien cuáles son los designios divinos, aunque a veces nos cueste
aceptar que Dios permita que las cosas cuesten. Que tengamos en cuenta que todo
es para bien.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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