+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
cómo me gustan las palabras de este evangelio: ¡Aquí hay uno que es más que
Jonás! ¡Aquí hay uno que es más que Salomón! Y más que Moisés y más que Buda y
más que Mahoma… Es hombre y es Dios. Como hombre, tan cercano, tan llanote, tan
encontradizo con nosotros. Y como Dios, tan inabarcable, tan infinito… Por eso,
Tú, Señor, eres el único capaz de llenar nuestros vacíos, nuestras
limitaciones, nuestra finitud. ¡Gracias, Dios mío!
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: "Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa". Él les respondió: "Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra. Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás. La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, Jesús es puesto a prueba
por «algunos escribas y fariseos», que se sienten amenazados por la persona de
Jesús, no por razones de fe, sino de poder. Con miedo a perder su poder,
procuran desacreditar a Jesús, provocándolo. Estos “algunos” muchas veces somos
nosotros mismos, cuando nos dejamos llevar por nuestros egoísmos e intereses
individuales. O también cuando miramos a la Iglesia como una realidad meramente
humana y no como un proyecto del amor de Dios hacia cada uno de nosotros.
La
respuesta de Jesús es clara: «Ninguna señal les será dada», no por miedo, sino
para enfatizar y recordar que las “señales” son la relación de comunicación y
amor entre Dios y la humanidad; no se trata de una relación de intereses y
poderes individuales. Jesús recuerda que hay muchas señales dadas por Dios; y
que no es provocándole o chantajeándole cómo se consigue llegar a Él.
Jesús
es la señal más grande. En este día la Palabra es una invitación para que cada
uno de nosotros comprenda, con humildad, que sólo un corazón convertido, vuelto
hacia Dios, puede acoger, interpretar y ver esta señal que es Jesús. La
humildad es la realidad que nos acerca no solamente a Dios, sino también a la
humanidad. Por la humildad reconocemos nuestras limitaciones y virtudes, pero
sobre todo vemos a los otros como hermanos y a Dios como Padre.
Como
nos recordaba el Papa Francisco, «¡El Señor es verdaderamente paciente con
nosotros! No se cansa nunca de recomenzar desde el inicio cada vez que nosotros
caemos». Por eso, a pesar de nuestras faltas y provocaciones, el Señor está con
los brazos abiertos para acoger y recomenzar. Procuremos, por tanto, que
nuestra vida, y hoy en particular, esta palabra se haga realidad en nosotros.
La alegría del cristiano está en ser reconocido por el amor que se ve en su
vida, amor que brota de Jesús.
Para la reflexión personal
a)
«Maestro,
queremos ver un signo hecho por ti». ¿Qué signos de la presencia del Señor
vemos a nuestro alrededor?
b)
¿Por
qué seguimos dudando del Señor?
c)
¿Cómo
podemos ser nosotros una señal de Dios en nuestros ambientes más cercanos?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: como
en aquel tiempo los habitantes de Nínive se convirtieron por la predicación de
Jonás, así ahora, siempre es tiempo de convertirse.
Y
ahora tenemos mucho más que Jonás. Es la palabra del mismo Hijo de Dios. Y la
señal es su resurrección gloriosa.
Ayúdanos,
Madre, a profundizar en nuestra oración en esa palabra, para convertirnos de
verdad.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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