+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
en estos momentos, vengo a pedirte que me ensanches mi mente y, sobre todo mi
corazón, para descubrir mi verdadera familia, mi familia en el espíritu,
mi familia en la fe. Está por encima de los lazos de la carne y de la sangre.
En esta familia yo descubro a Dios como Padre y a los demás como hermanos y
hermanas. A esta gran familia pertenece especialmente María, la madre de Jesús,
pero también nuestras propias madres.
Del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50
En aquel tiempo, Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus parientes se acercaron y trataban de hablar con Él. Alguien le dijo entonces a Jesús: "Oye, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, y quieren hablar contigo". Pero Él respondió al que se lo decía: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?". Y señalando con la mano a sus discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, el Evangelio se nos
presenta, de entrada, sorprendente: «¿Quién es mi madre?», se pregunta Jesús.
Parece que el Señor tenga una actitud despectiva hacia María. No es así. Lo que
Jesús quiere dejar claro aquí es que ante sus ojos —¡ojos de Dios!— el valor
decisivo de la persona no reside en el hecho de la carne y de la sangre, sino
en la disposición espiritual de acogida de la voluntad de Dios: «Extendiendo su
mano hacia sus discípulos, dijo: ‘Éstos son mi madre y mis hermanos. Pues todo
el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana
y mi madre’». En aquel momento, la voluntad de Dios era que Él evangelizara a
quienes le estaban escuchando y que éstos le escucharan. Eso pasaba por delante
de cualquier otro valor, por entrañable que fuera. Para hacer la voluntad del
Padre, Jesucristo había dejado a María y ahora estaba predicando lejos de casa.
Pero,
¿quién ha estado más dispuesto a realizar la voluntad de Dios que María? «He
aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Por esto, san Agustín
dice que María, primero acogió la palabra de Dios en el espíritu por la
obediencia, y sólo después la concibió en el seno por la Encarnación.
Con
otras palabras: Dios nos ama en la medida de nuestra santidad. María es
santísima y, por tanto, es amadísima. Ahora bien, ser santos no es la causa de
que Dios nos ame. Al revés, porque Él nos ama, nos hace santos. El primero en
amar siempre es el Señor. María nos lo enseña al decir: «Ha puesto los ojos en
la humildad de su esclava». A los ojos de Dios somos pequeños; pero Él quiere
engrandecernos, santificarnos.
Para la reflexión personal
Hoy nosotros queremos ser uno de esos que es
mirado por Jesús y al que le dice: «Tú eres de mi familia, porque haces lo que
Dios quiere».
a)
¿Quiénes
forman la nueva familia de Jesús? ¿Cuál es su seña de identidad?
b)
«El que
cumple la voluntad de mi Padre...». ¿A qué compromiso nos invita esta frase?
c)
¿Qué
mensaje de esperanza contiene el evangelio de hoy, donde todos podemos formar
parte de la familia de Jesús cumpliendo esa condición que nos pone?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: a
todos nos cuesta obedecer, porque supone humillar la voluntad. Pero tú nos has
enseñado a someternos a la voluntad de Dios, para que haya eficacia en nuestra
entrega. Tú dijiste que eras la esclava del Señor, y el Verbo se hizo carne.
Tus
hijos sacerdotes debemos ser buenas ovejas, y parecernos en todo a Jesús, quien
se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Pero
también debemos ser buenos pastores, y tenemos la obligación de ayudar a que
todos tus hijos cumplan la voluntad de Dios, obedezcan sus mandatos.
Ayúdanos
a saber escuchar la Palabra de Dios, para ponerla en práctica con nuestra
conducta, y para transmitirla con fidelidad, para que todos la pongan por obra,
y así formemos parte de la familia de Dios.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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