+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Hoy,
Jesús, vengo a la oración a escuchar unas sabias palabras que salieron de tu
boca: “Aprended de mí”. En la vida hemos tenido muchos maestros, pero “uno solo
es el Maestro” (Mt. 23,10). Ni siquiera los Apóstoles se llamaron maestros sino
“discípulos”. Todos somos discípulos, aprendices de cristianos; siempre nos
queda mucho que aprender de este gran Maestro que es Jesús.
Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, ante un mundo que ha
decidido darle la espalda a Dios, ante un mundo hostil a lo cristiano y a los
cristianos, escuchar de Jesús (que es quien nos habla en la liturgia o en la
lectura personal de la Palabra), provoca consuelo, alegría y esperanzas en medio
de las luchas cotidianas: «Venid a mí todos los que estáis fatigados (…), yo les
daré descanso».
Consuelo,
porque estas palabras contienen la promesa del alivio que proviene del amor de
Dios. Alegría, porque hacen que el corazón manifieste en la vida, la seguridad
en la fe de esa promesa. Esperanzas, porque caminando, en un mundo así de
resuelto contra Dios y nosotros, los que creemos en Cristo sabemos que no todo
acaba con un fin, sino que muchos “fines” fueron “principios” de cosas mucho
mejores, como lo mostró su propia resurrección.
Nuestro
fin, para principio de novedades en el amor de Dios, es estarse siempre con
Cristo. Nuestra meta es ir indefectiblemente al amor de Cristo, “yugo” de una
ley que no se basa en la limitada capacidad de los voluntarismos humanos, sino
en la eterna voluntad salvadora de Dios.
En
ese sentido nos dirá Benedicto XVI en una de sus Catequesis: «Dios tiene una
voluntad con y para nosotros, y ésta debe convertirse en lo que queremos y
somos. La esencia del cielo estriba en que se cumpla sin reservas la voluntad
de Dios, o para ponerlo en otros términos, donde se cumple la voluntad de Dios
hay cielo. Jesús mismo es “cielo” en el sentido más profundo y verdadero de la
palabra, es Él en quien y a través de quien se cumple totalmente la voluntad de
Dios. Nuestra voluntad nos aleja de la voluntad de Dios y nos vuelve mera
“tierra”. Pero Él nos acepta, nos atrae hacia Sí y, en comunión con Él,
aprendemos la voluntad de Dios». Que así sea, entonces.
Para la reflexión personal
a)
¿Qué
imagen de Jesús nos revela el evangelio de hoy?
b)
¿Qué situaciones
de nuestra vida nos hacen vivir fatigados y agobiados?
c)
¿Qué
mensaje de esperanza estamos llamados a comunicar a los que se sienten agobiados
por cualquier causa en nuestro mundo?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: tú
eres una madre buena, y abres tus brazos para recibirme cuando estoy cansado y
agobiado por la carga. Enséñame a mí a ser un buen descanso para mis hermanos.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
No hay comentarios.:
Publicar un comentario