martes, 10 de agosto de 2021

Si el grano de trigo.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, me encantan estos contrastes tan bonitos del evangelio: “perdiendo se gana”, “dando se recibe”, “muriendo se vive”. Yo quisiera que esto lo llevara a la práctica, y no fueran solo unas palabras ingeniosas. Haz, Señor, que de una vez por todas, me convenza  de que “el Evangelio siempre tiene razón».

 

Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Hoy, la Iglesia —mediante la liturgia eucarística que celebra al mártir romano san Lorenzo— nos recuerda que «existe un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios» (San Juan Pablo II).

La ley moral es santa e inviolable. Esta afirmación, ciertamente, contrasta con el ambiente relativista que impera en nuestros días, donde con facilidad uno adapta las exigencias éticas a su personal comodidad o a sus propias debilidades. No encontraremos a nadie que nos diga: —Yo soy inmoral; —Yo soy inconsciente; —Yo soy una persona sin verdad... Cualquiera que dijera eso se descalificaría a sí mismo inmediatamente.

Pero la pregunta definitiva sería: ¿de qué moral, de qué conciencia y de qué verdad estamos hablando? Es evidente que la paz y la sana convivencia sociales no pueden basarse en una “moral a la carta”, donde cada uno tira por donde le parece, sin tener en cuenta las inclinaciones y las aspiraciones que el Creador ha dispuesto para nuestra naturaleza. Esta “moral”, lejos de conducirnos por «caminos seguros» hacia las «verdes praderas» que el Buen Pastor desea para nosotros (cf. Sal 23,1-3), nos abocaría irremediablemente a las arenas movedizas del “relativismo moral”, donde absolutamente todo se puede pactar y justificar.

Los mártires son testimonios inapelables de la santidad de la ley moral: hay exigencias de amor básicas que no admiten nunca excepciones ni adaptaciones. De hecho, «en la Nueva Alianza se encuentran numerosos testimonios de seguidores de Cristo que (...) aceptaron las persecuciones y la muerte antes que hacer el gesto idolátrico de quemar incienso ante la estatua del Emperador» (San Juan Pablo II).

En el ambiente de la Roma del emperador Valeriano, el diácono «san Lorenzo amó a Cristo en la vida, imitó a Cristo en la muerte» (San Agustín). Y, una vez más, se ha cumplido que «el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna» (Jn 12,25). La memoria de san Lorenzo, afortunadamente para nosotros, quedará perpetuamente como señal de que el seguimiento de Cristo merece dar la vida, antes que admitir frívolas interpretaciones de su camino.

 

 

Para la reflexión personal

 

a)    ¿Es tu vida expresión de la donación de ti mismo? ¿Eres una semilla de amor que produce amor? ¿Eres consciente de que para ser semilla de alegría, la alegría de los trigales, es necesario el momento de la siembra?

 

b)   ¿Crees poder decir que has elegido seguir al Señor si después no abrazas la cruz con él?

 

c)   Cuando en ti se desencadena la lucha entre el “sí” y el “no”, entre el valor y la duda, entre la fe y la incredulidad, entre el amor y el egoísmo, ¿te sientes turbado pensando que estas tentaciones no son propias del que sigue a Jesús?

 

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/hn0y

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: las fiestas de los mártires nos hacen tener presente el valor tan grande que deben tener tantos hombres y mujeres, que son capaces de entregar su vida terrena, unidos a la Cruz de Cristo, con la esperanza de la vida eterna. Tienen mucha fe y mucho amor.

Estoy seguro de que cuentan con una gracia de Dios especial en el momento del martirio, para tener toda la fortaleza que se necesita para ser fieles hasta la muerte, y así ser testigos. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos.

Te pido, Madre, tu intercesión, para que yo pueda ser un buen testigo, aunque Dios no quiera para mí ese martirio de sangre, sino que dé testimonio en mi vida ordinaria, siendo un “mártir sin morir”, muy fiel, hasta el final de mi vida.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

No hay comentarios.:

La vida pasa rápido

  Esta vida pasará rápido,  no pelees con la gente,  no critiques tanto tu cuerpo. No te quejes tanto. No pierdas el sueño por las facturas....