lunes, 9 de agosto de 2021

¿A quien cobran los impuestos?

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Hoy, Señor, quiero iluminar la lámpara de mi vida con la tuya. “Quiero que tu luz me deje ver la luz” (Sal. 36,9).  La lámpara de mi vida con frecuencia se apaga, si no se deja iluminar por tu Luz. Yo no puedo presumir de ser astro con luz propia; pero no me importa con tal de ser iluminado por Ti, mi Sol, que alumbras siempre y nunca te apagas. 

 

Del santo Evangelio según san Mateo 17, 22-27

En aquel tiempo, se hallaba Jesús con sus discípulos en Galilea y les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo van a matar, pero al tercer día va a resucitar". Al oír esto, los discípulos se llenaron de tristeza.


Cuando llegaron a Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los recaudadores del impuesto para el templo y le dijeron: "¿Acaso tu maestro no paga el impuesto?" Él les respondió: "Sí lo paga".

Al entrar Pedro en la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿A quiénes les cobran impuestos los reyes de la tierra, a los hijos o a los extraños?" Pedro le respondió: "A los extraños". Entonces Jesús le dijo: "Por lo tanto, los hijos están exentos. Pero para no darles motivo de escándalo, ve al lago y echa el anzuelo, saca el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti".

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

h Dice san Mateo que Jesús y los discípulos iban «yendo un día juntos por Galilea». Pudiera parecer algo evidente, pero el hecho de mencionar que iban juntos nos muestra cómo el evangelista quiere remarcar la cercanía de Cristo. Luego les abre su Corazón para confiarles el camino de su Pasión, Muerte y Resurrección, es decir, algo que Él lleva muy adentro y que no quiere que, aquellos a quienes tanto ama, ignoren. Posteriormente, el texto recoge el episodio del pago de los impuestos, y también aquí el evangelista nos deja entrever el trato de Jesús, poniéndose al mismo nivel que Pedro, contraponiendo a los hijos (Jesús y Pedro) exentos del pago y los extraños obligados al mismo. Cristo, finalmente, le muestra cómo conseguir el dinero necesario para pagar no sólo por Él, sino por los dos y no ser, así, motivo de escándalo.

En todos estos rasgos descubrimos una visión fundamental de la vida cristiana: es el afán de Jesús por estar con nosotros. Dice el Señor en el libro de los Proverbios: «Mi delicia es estar con los hijos de los hombres». ¡Cómo cambia, esta realidad, nuestro enfoque de la vida espiritual en la que a veces ponemos sólo la atención y el acento en lo que nosotros hacemos, como si eso fuera lo más importante! La vida interior ha de centrase en Cristo, en su amor por nosotros, en su entrega hasta la muerte por mí, en su constante búsqueda de nuestro corazón. Muy bien lo expresaba san Juan Pablo II en uno de sus encuentros con los jóvenes: el Papa exclamó con voz fuerte «¡Miradle a Él!».

 

 

Para la reflexión personal

 

Más allá de cualquier polémica sobre los impuestos, lo realmente significativo es la ofrenda libre que Jesús va a hacer de su vida.

 

Ningún impuesto puede igualar la importancia del gesto salvífico de Jesús.

 

a)    ¿Qué es lo que más nos llama la atención de este texto?

 

b)   ¿Qué significa para cada uno de nosotros entregar la propia vida?

 

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/a1oe9

 

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

 

Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.

Madre mía: yo sé que todos los sacramentos son fruto de la Cruz. Y sé que la Santa Misa es la renovación incruenta del sacrificio de la Cruz. En la sagrada Eucaristía está presente y vivo Jesús, con ese cuerpo y esa sangre que de ti recibió aquel día en que tu dijiste sí.

Y al tercer día el Señor resucitó con el mismo cuerpo que estuvo colgado en la Cruz, con el que ahora permanece en la gloria para que lo adoremos y lo podamos ver cara a cara al final de los tiempos.

Ayúdame, Madre, a saber mirar a Jesús en la Eucaristía, para que Él me mire, como decía aquel hombre que contaba el santo Cura de Ars. Y que lo sepa hacer, en unidad de vida, todo el resto del día.

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

 

 

Referencias:

Espada de dos filos.

Mi vida en Xto.

La oración nuestra de cada día.

Jóvenes católicos.

Ocarm.

Rezandovoy

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