+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Qué
bonito sería este mundo si los dones de la tierra estuvieran bien repartidos.
Que hubiera viviendas para todos; escuelas para todos; medicinas para todos y
“pan para todos”. Este es el proyecto de Dios y el sueño de Jesús el poder
realizarlo. Pero se necesita algo importante: “Nadie puede venir a mí si el
Padre no lo atrae”. Se necesita ser atraídos, cautivados, fascinados por el
Padre. Si existe una fuerte atracción hacia el mal, ¿no podrá haber una
atracción también hacia el bien? Eso han experimentado los santos. “Tú eres mi
bien” (Sal. 16). “Sólo Dios basta” (Santa Teresa). “Todo lo vivido sin
Cristo me parece basura” (San Pablo).
Del santo Evangelio según san Juan 6, 41-51
En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra
Jesús, porque había dicho: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del
cielo", y decían: "¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no
conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?"
Jesús les respondió: "No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de Él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.
Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida
eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y
sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha bajado del cielo para que, quien
lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de
este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para
que el mundo tenga vida".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
El Evangelio presenta el desconcierto en el que los connacionales de Jesús
vivían en su presencia: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre
conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?». La vida de Jesús
entre los suyos había sido tan normal que, el comenzar la proclamación del
Reino, quienes le conocían se escandalizaban de lo que entonces les decía.
¿De
qué Padre les hablaba Jesús, que nadie había visto? ¿Quién era este pan bajado
del cielo que quienes lo comen vivirán para siempre? Él negaba que fuera el
maná del desierto porque, quienes lo comieran, morirían. «El pan que yo (...)
voy a dar, es mi carne por la vida del mundo». ¿Su carne podía ser un alimento
para nosotros? El desconcierto que sembraba Jesús entre los judíos podía
extenderse entre nosotros si no respondemos a una pregunta central para nuestra
vida cristiana: ¿Quién es Jesús?
Muchos
hombres y mujeres antes que nosotros se han hecho esta pregunta, la han
respondido personalmente, han ido a Jesús, lo han seguido y ahora gozan de una
vida sin fin y llena de amor. Y a los que vayan a Jesús, Él los resucitará el
último día. Juan Casiano exhortaba a sus monjes diciéndoles: «‘Acercaos a Dios,
y Dios se acercará a vosotros’, porque ‘nadie puede ir a Jesús si el Padre que
lo ha enviado no lo atrae’ (...). En el Evangelio escuchamos al Señor que nos
invita para que vayamos hacia Él: ‘Venid a mi todos los que estáis cansados y
agobiados, y yo os haré reposar’». Acojamos la Palabra del Evangelio que nos
acerca a Jesús cada día; acojamos la invitación del mismo Evangelio a entrar en
comunión con Él comiendo su carne, porque «éste es el verdadero alimento, la
carne de Cristo, el cual, siendo la Palabra, se ha hecho carne para nosotros»
(Orígenes).
Para la reflexión personal
a)
¿Qué
nos parecen estas palabras de Jesús a sus discípulos sobre el seguimiento?
b)
¿Qué
significa para cada uno de nosotros «cargar con la cruz»?
c)
«El que
pierda su vida por mí la conservará». ¿Qué pérdidas y qué ganancias hemos experimentado
en nuestro camino de seguimiento de Jesús?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía, mujer eucarística: seguramente
tú fuiste la primera en recibir a Jesús al celebrar la fracción del pan,
enséñame a tratar a tu Hijo con esa delicadeza, con ese amor, con esa fe, con
que lo recibiste tú.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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