+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
me encanta esta manera que tienes de relacionarnos con Dios. Siempre nos
habían dicho que el camino para ir a Dios era el del sacrificio, el de la
tristeza, el del ayuno, el de las penitencias. Pero Tú, rompes con todo eso y
nos dices que el camino para ir a Dios es el camino del amor. Y el amor es
gozo, plenitud, realización, libertad. Gracias, Señor, por esta manera tan
positiva, tan fascinante, tan cautivadora que tienes para hablarnos de Dios y
de su Reino.
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 33-39
En
aquel tiempo, los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: “¿Por qué los
discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración, igual que los
discípulos de los fariseos, y los tuyos, en cambio, comen y beben?”.
Jesús les contestó: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán”.
Les
dijo también una parábola: “Nadie rompe un vestido nuevo para remendar uno
viejo, porque echa a perder el nuevo, y al vestido viejo no le queda el
remiendo del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo
revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El
vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos y así se conservan el vino y los
odres. Y nadie, acabando de beber un vino añejo, acepta uno nuevo, pues dice:
‘El añejo es mejor’ ”.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, en nuestra reflexión sobre
el Evangelio, vemos la trampa que hacen los fariseos y los maestros de la Ley,
cuando tergiversan una cuestión importante: sencillamente, ellos contraponen el
ayunar y rezar de los discípulos de Juan y de los fariseos al comer y beber de
los discípulos de Jesús.
Jesucristo
nos dice que en la vida hay un tiempo para ayunar y rezar, y que hay un tiempo
de comer y beber. Eso es: la misma persona que reza y ayuna es la que come y
bebe. Lo vemos en la vida cotidiana: contemplamos la alegría sencilla de una
familia, quizá de nuestra propia familia. Y vemos que, en otro momento, la
tribulación visita aquella familia. Los sujetos son los mismos, pero cada cosa
a su tiempo: «¿Pueden acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el
novio está con ellos? Días vendrán...».
Todo
tiene su momento; bajo el cielo hay un tiempo para cada cosa: «Un tiempo de
rasgar y un tiempo de coser». Estas palabras dichas por un sabio del Antiguo
Testamento, no precisamente de los más optimistas, casi coinciden con la
sencilla parábola del vestido remendado. Y seguramente coinciden de alguna
manera con nuestra propia experiencia. La equivocación es que en el tiempo de
coser, rasguemos; y que durante el tiempo de rasgar, cosamos. Es entonces
cuando nada sale bien.
Nosotros
sabemos que como Jesucristo, por la pasión y muerte, llegaremos a la gloria de
la Resurrección, y todo otro camino no es el camino de Dios. Precisamente,
Simón Pedro es amonestado cuando quiere alejar al Señor del único camino: «¡Tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!». Si podemos gozar de
unos momentos de paz y de alegría, aprovechémoslos. Seguramente ya nos vendrán
momentos de duro ayuno. La única diferencia es que, afortunadamente, siempre
tendremos al novio con nosotros. Y es esto lo que no sabían los fariseos y,
quizá por eso, en el Evangelio casi siempre se nos presentan como personas
malhumoradas. Admirando la suave ironía del Señor que se trasluce en el
Evangelio de hoy, sobre todo, procuremos no ser personas malhumoradas.
Para la reflexión personal
El Mesías ha inaugurado un tiempo nuevo de
salvación en el cual no caben las prescripciones antiguas.
a)
¿Cómo
son nuestros odres: nuevos o viejos? ¿Qué necesitamos reparar en nuestra vida
para acoger en ella más dignamente a Jesús?
b)
¿Nos
sentimos realmente alegres y afortunados por ser amigos de este «novio»?
c)
¿Cómo
lo demostramos a los demás?
d)
¿Qué
acciones concretas podemos realizar para llevar el vino nuevo de Jesús a los
que no lo han probado?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: tú
quieres la renovación de mi alma sacerdotal. Te pido que intercedas por mí ante
tu Hijo como lo hiciste en las bodas de Caná, para que mi alma se llene hasta
los bordes, con la gracia del Espíritu Santo, para servir bien a la Iglesia.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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