+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
qué sensación de alivio, de bienestar, de libertad interior, me dan tus
palabras: “El Hijo del Hombre es Señor del sábado”. Tú eres mi único Señor y no
quiero a nadie que me esclavice. Te serviré a ti solo y a nadie más, “No me
mandes ya más mensajeros que no saben decirme lo que quiero”. Te serviré a Ti y
te serviré por amor. Y seré libre. Y no seré ya más esclavo de nada ni de
nadie.
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 1-5
Un
sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban
espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos.
Entonces unos fariseos les dijeron: “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer
en sábado?”.
Jesús les respondió: “¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres”.
Y
añadió: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, ante la acusación de los
fariseos, Jesús explica el sentido correcto del descanso sabático, invocando un
ejemplo del Antiguo Testamento (cf. Dt 23,26): «¿Ni siquiera han leído lo que
hizo David, (...), y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer
sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?».
La
conducta de David anticipó la doctrina que Cristo enseña en este pasaje. Ya en
el Antiguo Testamento, Dios había establecido un orden en los preceptos de la Ley,
de modo que los de menor rango ceden ante los principales.
A
la luz de esto, se explica que un precepto ceremonial (como el que comentamos)
cediese ante un precepto de ley natural. Igualmente, el precepto del sábado no
está por encima de las necesidades elementales de subsistencia.
En
este pasaje, Cristo enseña cuál era el sentido de la institución divina del
sábado: Dios lo había instituido en bien del hombre, para que pudiera descansar
y dedicarse con paz y alegría al culto divino. La interpretación de los
fariseos había convertido este día en ocasión de angustia y preocupación a
causa de la multitud de prescripciones y prohibiciones.
El
sábado había sido hecho no sólo para que el hombre descansara, sino también
para que diera gloria a Dios: éste es el auténtico sentido de la expresión «el
sábado fue hecho para el hombre».
Además,
al declararse “señor del sábado”, manifiesta abiertamente que Él es el mismo
Dios que dio el precepto al pueblo de Israel, afirmando así su divinidad y su
poder universal. Por esta razón, puede establecer otras leyes, igual que Yahvé
en el Antiguo Testamento. Jesús bien puede llamarse “señor del sábado”, porque
es Dios.
Pidámosle
ayuda a la Virgen para creer y entender que el sábado pertenece a Dios y es un
modo —adaptado a la naturaleza humana— de rendir gloria y honor al
Todopoderoso. Como ha escrito San Juan Pablo II, «el descanso es una cosa
“sagrada”» y ocasión para «tomar conciencia de que todo es obra de Dios».
Para la reflexión personal
La ley nunca es un fin en sí misma, siempre
estará al servicio de las personas.
a)
Desde
este evangelio, ¿qué sentido tiene para un cristiano el cumplimiento de los
mandamientos? ¿Cuál es el objetivo último de los mismos?
b)
Hay personas
que piensan que la observancia de los mandamientos anula la libertad. ¿Estamos
de acuerdo? ¿Qué les responderíamos?
c)
¿Qué
nos sugiere esta frase como eco de este evangelio: «Cristo no quita nada, lo da
todo»?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra: tú nos has traído a Jesús a la
tierra, y Él es la misericordia.
Su
sacrificio en la Cruz fue suficiente para pagar la deuda debida por nuestros
pecados. Pero también nos dijo que el que quiera ser su discípulo debe renunciar
a sí mismo y tomar su cruz de cada día.
A
los hombres nos cuesta hablar de sacrificio, porque implica sufrir. Necesitamos
la gracia de Dios para aceptarlo, conscientes de que debemos unirnos al
sacrificio de tu Hijo.
¿Cómo
entender bien esas palabras de Jesús sobre la misericordia y el sacrificio?
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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