+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, te doy
gracias por tener unos momentos para estar Contigo. Tú sabes cuánto anhelo ser
tu amigo y poder vivir cada vez más cerca de ti. Ayúdame a escucharte en el
Evangelio y a que este momento de oración dé muchos frutos en mi vida
Del
santo Evangelio según san Mateo: 9, 9-13
En
aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de
recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo
siguió.
Después,
cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se
sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos
preguntaron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y
pecadores?" Jesús los oyó y les dijo: "No son los sanos los que
necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que
significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a
los justos, sino a los pecadores".
Palabra
del Señor.
Lee estas palabras del
Papa Francisco que te ayudarán a interiorizar el Evangelio:
¿Alguno
de nosotros no es pecador? Si hubiera alguno, ¡que levante la mano! Todos somos
pecadores, ¡todos! ¡Todos somos pecadores! Pero la gracia de Jesucristo nos
salva del pecado: ¡nos salva! Todos, si acogemos la gracia de Jesucristo, Él
cambia nuestro corazón y de pecadores nos hace santos. Para llegar a ser santos
no es necesario volver los ojos y mirar allá, o tener un poco cara de
estampita. No, no, ¡no es necesario esto! Una sola cosa es necesaria para
hacerse santos: acoger la gracia que el Padre nos da en Jesucristo. Esto es.
Esta gracia cambia nuestro corazón. Nosotros seguimos siendo pecadores, porque
todos somos débiles, pero también con esta gracia que nos hace sentir que el
Señor es bueno, que el Señor es misericordioso, que el Señor nos espera, que el
Señor nos perdona, esta gracia grande, que cambia nuestro corazón.
Y,
decía el profeta Ezequiel, que de un corazón de piedra lo cambia en un corazón
de carne. ¿Qué quiere decir esto? Un corazón que ama, un corazón que sufre, un
corazón que se alegra con los demás, un corazón lleno de ternura hacia quien,
llevando impresas las heridas de la vida, se siente en la periferia de la
sociedad. El amor es la mayor fuerza de transformación de la realidad, porque
derriba los muros del egoísmo y colma las fosas que nos tienen alejados a unos
de otros. Y esto es el amor que viene de un corazón cambiado, de un corazón de
piedra que es transformado en un corazón de carne, un corazón humano. Y esto lo
hace la gracia, la gracia de Jesucristo que todos nosotros hemos recibido.
Hagamos nuestra oración, escuchando el Padre Nuestro, las palabras de Jesús, que nos llegaron por medio de los apóstoles, en arameo.
Consagración a María
Pidamos la intercesión de nuestra Madre rezando:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
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