jueves, 31 de octubre de 2019

Bendito sea yo, si de verdad te sigo, Señor.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, hoy nuevamente me pongo en tu presencia, porque tengo un gran anhelo de encontrarme contigo. Sé que la amistad hay que construirla día a día, así como la construyeron todos los Santos que están en tu presencia. Ayúdame a que esta oración me ayude a conocerte más, para poder seguirte cada vez más fielmente.

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12

En aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, y les dijo: 
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos serán ustedes cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía.
Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos".
Palabra del Señor.


Reflexión
Hoy celebramos la Solemnidad de Todos los Santos y en ella conmemoramos a todos nuestros hermanos en la fe que han alcanzado la gloria del Cielo, la plenitud de la dicha a la cual todos caminamos y que Jesús nos promete en su Evangelio.
Leemos hoy las Bienaventuranzas. En ellas Jesús habla a sus discípulos, a los que estaban ahí en el Monte y a los discípulos de todos los tiempos, por ello, nos habla también a nosotros. En las Bienaventuranzas Jesús nos propone el camino, el estilo de vida que nos llevará a la dicha ya aquí en la tierra y a la plenitud en el Cielo, como la viven los santos que hoy celebramos.

El primer grito va dirigido a los pobres: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. El lector queda desorientado: ¿cómo es posible que los pobres puedan ser felices? El pobre en la Biblia es aquel que se vacía de sí mismo y sobre todo renuncia a la presunción de construir su presente y futuro de modo autónomo, para dejar, por el contrario, más espacio y atención al proyecto de Dios y a su Palabra. El pobre, siempre en sentido bíblico, no es un hombre cerrado en sí mismo, miserable, sino que nutre una apertura a Dios y a los demás. Dios representa toda su riqueza. Podríamos decir con Santa Teresa de Ávila: felices son los que hacen la experiencia del “¡Sólo Dios basta!”.

La mansedumbre es una actitud, hoy, poco popular. Incluso para muchos tiene una connotación negativa y se entiende como debilidad o por aquella imperturbabilidad de quien sabe controlar por cálculo la propia emotividad. ¿Cuál es el significado de “mansos” en la Biblia? Los mansos se perfilan como personas que gozan de una gran paz

“Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”. Se puede llorar por un gran dolor o sufrimiento. Tal estado de ánimo subraya que se trata de una situación grave, aunque no se indiquen los motivos para identificar la causa. Queriendo identificar hoy la identidad de estos “afligidos” se podría pensar en todos los cristianos que desean con vehemencia la llegada del Reino y sufren por tantas cosas negativas en la Iglesia; al contrario de preocuparse de la santidad, la Iglesia presenta divisiones y heridas. Pueden ser también aquellos que están afligidos por sus propios pecados e inconsistencias y que, en algún modo, vuelven al camino de la conversión. A estas personas sólo Dios puede llevarles la novedad de la “consolación”.

Para la reflexión personal

a)   ¿Sé aceptar aquellos pequeños signos de pobreza que a mí me suceden? Por ejemplo, ¿la pobreza de la salud, las pequeñas indisposiciones? ¿Tengo grandes pretensiones?
b)   ¿Sé aceptar cualquier aspecto de mi pobreza y fragilidad?
c)   Inspirado por el mensaje de Jesús sobre la mansedumbre ¿sé renunciar a la violencia, a la venganza, al espíritu de revancha?
d)   ¿Sé cultivar, en familia y en mi puesto de trabajo, un espíritu de dulzura, de mansedumbre y de paz?
e)   ¿Respondo con el mal a las pequeñas ofensas, a las insinuaciones, a las alusiones ofensivas?
f)     ¿Sé estar atento con los débiles, que son incapaces de defenderse? ¿Soy paciente con los ancianos?

Medita la oración hecha canción.

https://n9.cl/j7ls



ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Espíritu Santo danos fortaleza para acoger la Palabra de Dios con valentía y vivir conforme a ella, ser Profeta, con valentía siempre en salida.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

María, Madre de Jesús y Madre mía,
en este día,
yo, pequeño hijo tuyo,
me consagro totalmente a Ti
para vivir una vida santa:
para ser tu pequeño siervo,
para que tú, dulce Madre,
puedas contar siempre conmigo
y pueda ayudarte a llevar a término en mí
el designo de amor
que el Padre tiene sobre cada uno de nosotros.
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

Jesús, tu llanto ¿es mi llanto?


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, te agradezco por este momento que me concedes para escuchar tu voz. Te pido que me ayudes a disponerme con reverencia, para que atendiendo con la mente y el corazón a tus palabras, pueda vivirlas con alegría y coherencia en la acción.

Del santo Evangelio según san Lucas 13, 31-35

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: “Vete de aquí, porque Herodes quiere matarte".
Él les contestó: “Vayan a decirle a ese zorro que seguiré expulsando demonios y haciendo curaciones hoy y mañana, y que al tercer día terminaré mi obra. Sin embargo, hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no conviene que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas y apedreas a los profetas que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, pero tú no has querido!
Así pues, la casa de ustedes quedará abandonada. Yo les digo que no me volverán a ver hasta el día en que digan: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’ "
Palabra del Señor.


Reflexión

La ciudad de Jerusalén, en tiempos de Jesús, poseía el encanto de sus edificaciones, principalmente el templo. En efecto, el templo había sido reconstruido y sólo contemplarlo producía fascinación: sus 180 columnas rematadas por capiteles corintios, sus numerosas puertas, atrios y, sobre todo, su santuario, con una colosal fachada de 30 metros de altura, adornada con mármoles y placas de oro. A todo buen israelita le entusiasmaba la idea de ir a Jerusalén, la ciudad santa. También a Jesús.
Pero Jerusalén no era sólo su templo. Lo eran sus habitantes. Y éstos, a juzgar por las palabras del Señor, eran todo menos acogedores y dignos de confianza: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían!” (Lc 13, 34). Jesús profiere este lamento sobre Jerusalén y, poco después, llora al ver la ciudad presagiando su ruina (cf. Lc 19, 41-44). Son lágrimas y lamentos que le brotan del corazón porque la ama.
Que el Hijo de Dios llore y se lamente nos desvela su condición encarnada. Es un Dios hecho hombre sensible. Ante una imagen tan humana del Hijo de Dios, ¿qué otra realidad -fuerza, poder maligno- de este mundo o de cualquier otro podrá asustarnos?

Para la reflexión personal

a)   ¿Puedo ver en mi persona las cosas buenas y malas que en mi crecimiento fueron sembradas?,

b)   ¿Soy como el arbusto que extiende sus ramas, sus manos para dar cuidado, cobijar a quienes me rodean?

c)   ¿Vives con valentía tu vocación profética?

d)   ¿Anuncias la verdad del Evangelio, compartes con los demás el tesoro que significa haberse encontrado con Cristo?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Espíritu Santo danos fortaleza para acoger la Palabra de Dios con valentía y vivir conforme a ella, ser Profeta, con valentía siempre en salida.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.


La Toda Santa Virgen María de Jerusalén,
intercede por nosotros tus hijos
ante nuestras suplicas
y desde Getsemaní de Jerusalén
donde tu moras,
pedimos tu Amor y Protección
de día y de noche.
Santa Virgen María de Jerusalén
ruega por nosotros,
así como tu hijo oraba en Getsemaní,
en su agonía por amor a nosotros.
Enséñanos también el mensaje
que diste a los servidores
en la Boda de Caná de Galilea,
cuando tu dijiste
“Hagan lo que él les diga”
instante en el cual se manifestó
la Gloria de tu hijo Jesús de Nazaret.
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

miércoles, 30 de octubre de 2019

Señor, ábrenos tu puerta, tú eres la Puerta.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, al iniciar esta oración quiero decirte que creo en Ti, sé que eres un Dios lleno de amor y sé a pesar de mi pequeñez, apuestas por mí una y otra vez. Que esta oración me ayude a nutrirme de Ti, para que pueda acoger tu palabra en mi corazón y así vivirla coherentemente con mis obras.

Del santo Evangelio según san Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos, mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: "Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?"
Jesús le respondió: “Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta, ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Pero él les responderá: ‘No sé quiénes son ustedes’. Entonces le dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas’. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes. Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal’. Entonces llorarán ustedes y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios.
Pues los que ahora son los últimos, serán los primeros; y los que ahora son los primeros, serán los últimos".
Palabra del Señor.


Reflexión

Lucas, constantemente, recuerda que Jesús está de camino hacia Jerusalén. Lo que es claro y es definido desde el comienzo es el destino del viaje: Jerusalén, la capital, donde Jesús será condenado a muerte. Raramente, informa sobre el recorrido y los lugares por donde Jesús pasaba. Sólo al comienzo del viaje, en medio y al final, sabemos algo respecto del lugar por donde Jesús estaba pasando.
De este modo, Lucas sugiere la siguiente enseñanza: tenemos que tener claro el objetivo de nuestra vida, y asumirlo decididamente como hizo Jesús. Debemos caminar. No podemos detenernos. Pero no siempre es claro y es definido por dónde pasamos. Lo que es cierto es el objetivo: Jerusalén, donde nos espera el “éxodo”, la pasión, la muerte y la resurrección.
Jesús dice que la puerta es estrecha: “Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta, porque, les digo, muchos pretenderán entrar y no podrán.”.
Jesús ¿dijo esto para llenarnos de miedo y obligarnos a observar la ley como enseñaban los fariseos? ¿Qué significa esta puerta estrecha? ¿De qué se trata?
En el Sermón de la Montaña Jesús sugiere que la entrada en el Reino tiene ocho puertas. Son las ocho categorías de personas de las bienaventuranzas:
(a) pobres de espíritu,
(b) mansos,
(c) afligidos,
(d) hambrientos y sedientos de justicia,
(e) misericordiosos,
(f) limpios de corazón,
(g) constructores da paz y
(h) perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10).

Para la reflexión personal

a)   ¿Puedo ver en mi persona las cosas buenas y malas que en mi crecimiento fueron sembradas?,

b)   ¿Soy como el arbusto que extiende sus ramas, sus manos para dar cuidado, cobijar a quienes me rodean?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Jesús, tu que siempre estas a nuestra lado, ayúdame a poder seguir siendo ese pequeño y humilde siervo tuyo para poder seguir transformándome en este camino hacia la perfección en la iglesia

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.


Madre mía
Puerta del Cielo
Paso perfecto que nos conduce a Jesús
Sendero luminoso que protege mi caminar
Déjame acercarme a ti con paso confiado
Ilumínate para que pueda verte en lo oscuro
Déjame extender mi mano y tomar seguro la tuya
Ayúdame a atravesar este valle de dolor
Y condúceme con la mirada en alto
Con los ojos puestos en tu Hijo
A quien tú nos conduces como propósito de vida
Porque para eso fuiste creada por El Padre
Para ser Puerta del Cielo
Puerta hacia Dios
Y es por eso Madre que en ti y por ti hoy grito
¡Abre la Puerta!
¡De par en par, abre la Puerta!
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

lunes, 28 de octubre de 2019

¿A quien se parece el Reino de Dios?


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, leyendo hoy el evangelio, me dan ganas de decirte: hazme pequeño, como ese granito de mostaza. No quiero presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer mucho. Quiero presumir de mi pequeñez. Y eso es lo que te ofrezco: “eso poquito que hay en mí”. Tú, Dios Padre, sabrás que vas a edificar “con lo poco que soy”.

Del santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21

En aquel tiempo, Jesús dijo: "¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué podré compararlo? Se parece a la semilla de mostaza que un hombre sembró en su huerta; creció y se convirtió en un arbusto grande y los pájaros anidaron en sus ramas".
Y dijo de nuevo: "¿Con qué podré comparar al Reino de Dios? Con la levadura que una mujer mezcla con tres medidas de harina y que hace fermentar toda la masa".
Palabra del Señor.


Reflexión

El Reino de Dios es semejante a una semilla de mostaza. Esta semilla es muy común en Palestina, de modo particular junto al lago de Galilea. Es conocida por su singular pequeñez. En Lc 17,6 Jesús usa esta imagen para expresar su esperanza de que sus discípulos tengan un mínimo de fe: “Si tuvieran fe como un grano de mostaza…”. Esta parábola tan sencilla compara dos momentos de la historia de la semilla: cuando es enterrada (los inicios modestos) y cuando se hace un árbol (el milagro final). Por tanto, la función del relato es explicar el crecimiento extraordinario de una semilla que se entierra en el propio jardín, a lo que sigue un crecimiento asombroso al hacerse un árbol. Al igual que esta semilla, el Reino de Dios tiene también su historia: el Reino de Dios es la semilla enterrada en el jardín, lugar que en el Nuevo Testamento indica el lugar de la agonía y de la sepultura de Jesús (Jn 18,1.26; 19.41); sigue después el momento del crecimiento en el que llega a ser un árbol abierto a todos.
¿Qué nos dicen a nosotros estas dos parábolas? El Reino de Dios, comparado por Jesús a una semilla que se convierte en árbol, nos acerca a la historia de Dios como la historia de su Palabra: está escondida en la historia humana y va creciendo; Lucas piensa en la Palabra de Jesús (el reino de Dios está en medio de vosotros) que ya está creciendo pero que todavía no se ha convertido en árbol. Jesús y el Espíritu Santo están dando soporte a este crecimiento de la palabra. La imagen de la levadura completa el cuadro de la semilla. La levadura es el Evangelio que actúa en el mundo, en la comunidad eclesial y en cada creyente.

Para la reflexión personal

a)   ¿Puedo ver en mi persona las cosas buenas y malas que en mi crecimiento fueron sembradas?,

b)   ¿Soy como el arbusto que extiende sus ramas, sus manos para dar cuidado, cobijar a quienes me rodean?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Dios mío, te doy gracias por las cosas buenas que fueron sembradas en mi corazón, y que hoy, me dan alegría cuando soy capaz de extender la mano para ayudar, para abrigar a quien me es posible, y también te pido que saques de mi corazón aquellas que no son buenas, que me limitan y minoran mi alegría. Te veo, te escucho, gracias por tu misericordia y te quiero seguir.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.


Bajo tu amparo nos acogemos, 
Santa Madre de Dios, 
no desprecies nuestras súplicas 
en las necesidades, 
antes bien líbranos de todo peligro, 
oh Virgen gloriosa y bendita. 

Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

domingo, 27 de octubre de 2019

Eligió a 12, y ¿a mí?


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a responder con generosidad al llamado personal que me haces a ser tu apóstol.

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19

Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor.


Reflexión

Los nombres de los 12 apóstoles. Con pequeñas diferencias los nombres de los Doce son iguales en los evangelios de Mateo (Mt 10,2-4), Marcos (Mc 3,16-19) y Lucas (Lc 6,14-16). Gran parte de estos nombres vienen del AT. Por ejemplo, Simeón es el nombre de uno de los hijos del patriarca Jacob (Gén 29,33). Santiago es el mismo nombre que Jacob (Gén 25,26). Judas es el nombre de otro hijo de Jacob (Gén 35,23). Mateo también tenía el nombre de Levi (Mc 2,14), que fue otro hijo de Jacob (Gén 35,23). De los doce apóstoles, siete tienen el nombre que vienen del tiempo de los patriarcas: dos veces Simón, dos veces Santiago, dos veces Judas, y una vez ¡Levi! Esto revela la sabiduría y la pedagogía del pueblo. A través de los nombres de patriarcas y matriarcas, dados a sus hijos e hijas, mantuvieron viva la tradición de los antiguos y ayudaron a sus hijos a no perder la identidad.
Estas doce personas, llamadas por Jesús para formar la primera comunidad, no eran santas. Eran personas comunes, como todos nosotros. Tenías sus virtudes y sus defectos. Los evangelios informan muy poco sobre la forma de ser o el carácter de cada una de ellas. Pero lo poco que informan es motivo de consolación para nosotros.
- Pedro era una persona generosa e entusiasta (Mc 14,29.31; Mt 14,28-29), pero a la hora del peligro y de la decisión, su corazón sigue encogido y se vuelve atrás (Mt 14,30; Mc 14,66-72). Llega a ser satanás para Jesús (Mc 8,33). Jesús le dio el apellido de Piedra (Pedro). Pedro, por si mismo, no era Piedra. Se volvió piedra (roca), porque Jesús rezó por él (Lc 22,31-32).
- Santiago y Juan estaban dispuestos a sufrir con Jesús y por Jesús (Mc 10,39), pero eran muy violentos (Lc 9, 54). Jesús los llama “hijos del trueno” (Mc 3,17). Juan parecía tener ciertos celos. Quería Jesús sólo para su grupo (Mc 9,38).
- Felipe tenía una forma de ser acogedora. Sabía poner a los demás en contacto con Jesús (Jn 1,45-46), pero no era muy práctico en resolver los problemas (Jn 12,20-22; 6,7). A veces era medio ingenuo. Hubo momentos en que Jesús perdió la paciencia con él: “Pero Felipe, ¿tanto tiempo que estoy contigo, y aún no me conoces?” (Jn 14,8-9)
- Andrés, hermano de Pedro y amigo de Felipe, era más práctico. Felipe recurre a él para resolver los problemas (Jn 12,21-22). Fue Andrés el que le llamó a Pedro (Jn 1,40-41), y fue Andrés el que encontró al niño con los cinco panes y los dos peces (Jn 6,8-9).
- Bartolomé parece haber sido el mismo que Natanael. Este era del barrio, y no podía admitir que nada bueno pudiera venir de Nazaret (Jn 1,46).
- Tomás fue capaz de sustentar su opinión, una semana entera, contra el testimonio de todos los demás (Jn 20,24-25). Pero cuando vio que estaba equivocado, no tuvo miedo en reconocer su error (Jn 20,26-28). Era generoso, dispuesto a morir con Jesús (Jn 11,16).
- Mateo o Levi era publicano, cobrador de impuestos, como Zaqueo (Mt 9,9; Lc 19,2). Eran personas comprometidas con el sistema opresor de la época.
- Simón, por el contrario, parece haber sido del movimiento que se oponía radicalmente al sistema que el imperio romano imponía al pueblo judío. Por eso tenía el apellido de Zelota (Lc 6,15). El grupo de los Zelotas llegó a provocar una rebelión armada contra los romanos.
- Judas era lo que se ocupaba del dinero del grupo (Jn 13,29). Llegó a traicionar a Jesús.
- Santiago de Alfeo y Judas Tadeo, de estos dos los evangelios sólo informan del nombre.

Para la reflexión personal

a)   ¿Qué nombres les damos hoy a nuestros hijos e hijas?


Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Ayúdame a tomar conciencia de que no puedo quedarme con este inmenso tesoro guardado, sino que por el contrario debo compartirlo incansablemente a todos mis hermanos y hermanas. Amén.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.


Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita. Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

sábado, 26 de octubre de 2019

Domingo con Cristo: Mi oración: ¿Qué le digo a Dios?


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, Tú me conoces y sabes de mis grandezas y también de mis caídas. Me conoces más que ningún otro y sabes que tengo un deseo muy grande de seguir fielmente tus pasos. Te pido que esta oración me llene de fuerzas para vivir el combate de la vida cristiana y que renueve mis deseos de ser santo.

Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’.
Pues bien, yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Palabra del Señor.


Reflexión

1.- Un fariseo y un publicano sin nombres propios.
Cuando en la biblia no se nombran los personajes, la intención del autor es que sirvan de modelo para las generaciones futuras. Ese fariseo y ese publicano podemos ser tú y yo en el siglo XXI. ¿Cómo era el fariseo? Lo describe muy bien el mismo autor: “seguro de sí mismo”, “se creía justo”, “despreciaba a los demás”. Veamos “Seguro de sí mismo” Lo propio del hombre es sentirse débil, frágil, inseguro. ¿No dice la primera página de la Biblia que el hombre salió del barro? (Gn. 2,7). No nos hizo Dios de oro o de bronce sino de arcilla. Por eso nos caemos y nos rompemos con tanta facilidad. “Se creía justo”. Él cumplía la Ley, iba al Templo, y era devoto: ayunaba, rezaba, y daba limosnas. Los malos eran “los demás”. Y no es que estas obras piadosas fueran malas, el malo era él que con su “soberbia” lo estropeaba todo. “Y despreciaba a los demás” Esto era lo peor. En cambio el “publicano” con su cuerpo inclinado en señal de esclavo, se sentía pecador y así lo manifestaba.

2.- El fariseo y el publicano eran creyentes; pero el Dios en quien creían era distinto.
Fariseo significa “separado”. Los fariseos eran un grupo que se preparaba para la venida del Mesías a través del estudio de la Ley y de prácticas piadosas. Se separaban de los demás porque se creían los buenos y no podían contaminarse con los malos. Dios era para ellos como un “buen patrón a quien le compraban el cielo por sus obras buenas”. Por eso se recreaban en las obras de sus manos. A Jesús no le podían tolerar que “comiese con pecadores”, menos si eran publicanos, es decir, “pecadores públicos”. Tampoco le toleraban que curase en sábado. Si la gente sufría, pasaba hambre, estaba enferma o se sentía sola y abandonada, eso no les interesaba para nada. Lo importante era que se cumpliera la Ley tal y como ellos la interpretaban. El publicano (probablemente recaudador de los tributos de Roma) se sentía pecador, era odiado por los judíos y se creía que Dios ya lo había marginado. Cuando Jesús le dice que ha salido “justificado”, es decir, que Dios le ha perdonado y lo ha hecho justo, no se lo cree. Ya toda su vida la pasará para dar gracias a un Dios tan bueno que ni le ha tenido en cuenta su pecado. Tan sólo se ha fijado en su humildad.

3.- Dos maneras distintas de orar.
El fariseo y el publicano suben al Templo a orar. El fariseo ora “erguido” es decir, con soberbia. Da gracias a Dios no porque le haya colmado de favores sino porque “no es como los demás”. ¿Habrá en la vida cosa más hermosa que ser como los demás? Ni más que los demás con complejo de superioridad, ni menos que los demás con complejo de inferioridad. Ser como los demás es ponerse en actitud de crear igualdad, crear fraternidad.
El fariseo, tiene otro gran defecto: “tiene el yo muy subido”. “Yo ayuno, yo hago limosnas”. Una cosa queda clara: a Dios podemos ir por las malas o por las buenas. Podemos ir por las malas, en plan de exigencia, como el fariseo. O podemos ir por las buenas, en plan de indigencia, como el publicano. La oración no es cuestión de puños cerrados, sino de manos abiertas.


Para la reflexión personal

a)   ¿Caigo en la cuenta de que yo también puedo ser un fariseo? ¿Cuándo? ¿Cómo?
b)   ¿En qué Dios estoy creyendo? ¿En un Dios que me exige y me controla? ¿O en un Dios que me ama, me perdona y     me salva?
c)   ¿A qué voy a la oración? ¿A contarle a Dios lo malos que son los demás? ¿O a confesarle humildemente mis pecados para que me perdone y me abrace?

Medita la oración hecha canción.


ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

«Jesús, Maestro, ten piedad de mí»


Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.


Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.

Guía: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
Todos: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.



Padre José Luis Romero Landeros IJS

La vida pasa rápido

  Esta vida pasará rápido,  no pelees con la gente,  no critiques tanto tu cuerpo. No te quejes tanto. No pierdas el sueño por las facturas....