+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María Tu Amadísima Esposa, ven.
Hago en silencio un breve examen de conciencia.
Te pido perdón Señor por mis pecados cometidos. Y
ya que tu siempre te muestras misericordioso con el pecador, dame fuerzas para
convertirme es un mejor hijo de Dios, siendo obediente en todo al Padre.
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31
Cuando
Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: "¡Hijo de
David, compadécete de nosotros!" Al entrar Jesús en la casa, se le
acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: "¿Creen que puedo
hacerlo?" Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces les tocó
los ojos, diciendo: "Que se haga en ustedes conforme a su fe". Y se les
abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: "Que nadie lo
sepa". Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Palabra del Señor.
Reflexión
Los
dos ciegos hacen unión y, en comunidad, se dirigen ambos hacia Jesús. Al
unísono realizan una plegaria de petición al Enviado de Dios, al Mesías, a
quien nombran con el título de “Hijo de David”. Quieren, con su plegaria,
provocar la compasión de Jesús: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!» (Mt
9,27).
Jesús
interpela su fe: «¿Creen que puedo hacer eso?» (Mt 9,28). Si ellos se han
acercado al Enviado de Dios es precisamente porque creen en Él. A una sola voz
hacen una bella profesión de fe, respondiendo: «Sí, Señor». Y Jesús concede la
vista a aquellos que ya veían por la fe. En efecto, creer es ver con los ojos
de nuestro interior.
Este
tiempo de Adviento es el adecuado, también para nosotros, para buscar a Jesús
con un gran deseo, como los dos ciegos, haciendo comunidad, haciendo Iglesia.
Con la Iglesia proclamamos en el Espíritu Santo: «Ven, Señor Jesús» (cf. Ap
22,17-20). Jesús viene con su poder de abrir completamente los ojos de nuestro
corazón, y hacer que veamos, que creamos. El Adviento es un tiempo fuerte de
oración: tiempo para hacer plegaria de petición, y sobre todo, oración de
profesión de fe. Tiempo de ver y de creer.
Recordemos
las palabras del Principito: «Lo esencial sólo se ve con el corazón».
Para la reflexión
personal
a) ¿Tengo
en mi vida alguna Buena Noticia que compartir con los demás?
b) ¿Sobre
qué punto insisto más: en una buena doctrina o en la fe?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN:
¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Señor te
pido que por medio de tu palabra y tu amor me brindes la prudencia necesaria
para hacer tu voluntad en la vida que me has regalado permitiéndome ser
constante en la oración, los sacramentos y la misión que me has encomendado por
el amor que nos tienes a cada uno de tus hijos. AMEN.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María su maternal
ayuda.
María encinta es un potente signo de esperanza, se nos
muestra en su esencia como la mujer fuerte, serena ante el dolor y el fracaso,
siempre de pie con una fe entrañable en la humanidad.
María es la mujer de esperanza ante la vida, con una total
entrega y disponibilidad, para acompañar y estar cerca al que sufre y es
marginado.
María es la mujer que supo estar y acompañar a las mujeres
que siguieron a Jesús.
María encinta es la mujer atenta a los quejidos de una
humanidad con dolores de parto.
María es la mujer silenciosa y de contemplación, intuitiva
para descubrir lo que el otro necesita, atenta como en las “Bodas de Caná”; le
decía a su hijo: ¡no tienen vino!
Acompaña, María, la esperanza de los desesperanzados.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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