+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Hoy, Señor, quiero aprender de Leví a ser
desprendido, humilde, generoso. Y, sobre todo, a vivir tu llamada con gozo. Leví
debía renunciar al dinero, al puesto de trabajo muy rentable, a la familia y a
la posición de sus colegas. Y todo lo hizo con garbo, con presteza, con gozo.
Dame la gracia de “servirte a ti, Señor, con alegría.
Hago en silencio un breve examen de conciencia.
Te pido perdón Señor
porque sé que Tú me has amado hasta el extremo, pero aun así muchas veces
desconfío de ti. Descubro que mi fe es débil y por eso me desvío del camino.
Pero tengo la certeza que siempre me perdonas, porque tu misericordia es
infinita. Ayúdame a ponerme de pie cada vez que tropiece.
Del santo Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado
en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El,
dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a
la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos
y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: "¿Por qué
comen y beben con publicanos y pecadores?" Jesús les respondió: "No
son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".
Palabra del Señor.
Reflexión
La
figura del apóstol y evangelista Mateo es muy representativa de quienes podemos
llegar a pensar que, por causa de nuestro historial, o por los pecados
personales o situaciones complicadas, es difícil que el Señor se fije en
nosotros para colaborar con Él.
Pues
bien, Jesucristo, para sacarnos toda duda nos pone como primer evangelista el
cobrador de impuestos Leví, a quien le dice sin más: «Sígueme» (Lc 5,27). Con
él hace exactamente lo contrario de lo que una mentalidad “prudente” pudiera
considerar si quisiéramos aparentar ser “políticamente correctos”. Leví —en
cambio— venía de un mundo donde padecía el rechazo de todos sus compatriotas,
ya que se le consideraba, sólo por el hecho de ser publicano, colaboracionista
de los romanos y, posiblemente, defraudador por las “comisiones”, el que
ahogaba a los pobres para cobrarles los impuestos, en fin, un pecador público.
A
los que se consideraban perfectos no se les podía pasar por la cabeza que Jesús
no solamente le llamara a seguirlo, sino ni tan sólo a sentarse en la misma
mesa.
Pero
con esta actitud de escogerlo, Nuestro Señor Jesucristo nos dice que más bien
es este tipo de gente de quien le gusta servirse para extender su Reino; ha
escogido a los malvados, a los pecadores, a los que no se creen justos: «Para
confundir a los fuertes, ha escogido a los que son débiles a los ojos del
mundo» (1Cor 1,27). Son éstos los que necesitan al médico, y sobre todo, ellos
son los que entenderán que los otros lo necesiten.
Hemos
de huir, pues, de pensar que Dios quiere expedientes limpios e inmaculados para
servirle. Este expediente sólo lo preparó para Nuestra Madre. Pero para
nosotros, sujetos de la salvación de Dios y protagonistas de la Cuaresma, Dios
quiere un corazón contrito y humillado. Precisamente, «Dios te ha escogido
débil para darte su propio poder» (San Agustín). Éste es el tipo de gente que,
como dice el salmista, Dios no menosprecia.
Para la reflexión
personal
a) Jesús
acoge e incluye a las personas. ¿Cuál es mi actitud?
b) •
El gesto de Jesús revela la experiencia que tiene de Dios como Padre. ¿Cuál es
la imagen de Dios que se irradia para los demás a través de mi comportamiento?
Medita
la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Gracias
por tu bondad y por mostrarme el camino. Ayúdame a ser un servidor de tu reino.
Fortalece mi debilidad, anima mi combate y ayúdame a confiar siempre en tu
inmensa generosidad, para que así pueda servir humildemente a mis hermanos.
Reza un Padre
Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a
María su maternal ayuda.
Madre mía: la conversión de Mateo fue
radical, inmediata. En su caso se cumplió aquello de que “una sola palabra tuya
bastará para sanar mi alma”. Tuvo esa fuerza la palabra de Jesús, aquel
“sígueme”.
Nosotros, sacerdotes, también tenemos la fuerza de esa
palabra, porque predicamos a Cristo. Pero debemos reconocer que también
necesitamos conversión.
Cuesta mucho eso de dejarlo todo para seguir a Jesús, pero
cuando se escucha tan clara la llamada, uno se da cuenta que vale la pena ese
sacrificio.
¿Cómo puedo ser un verdadero apóstol, y que mi conversión
sea ejemplo para que lo sigan otras almas?
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario