martes, 25 de febrero de 2020

Tú, en cambio.


+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, te reconozco como mi Maestro. Tú enseñas con autoridad porque eres todo amor y verdad. Ayúdame a saber escucharte en este momento de oración y a poner mi confianza en Ti.

Hago en silencio un breve examen de conciencia.

Te pido perdón, Señor, por mis pecados. Ayúdame a confiar en tu amor misericordioso que siempre perdona a quien en verdad se arrepiente, y que así pueda renovarme en la lucha por alcanzar la santidad.

Del santo Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará".
Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, miércoles de ceniza e inicio de cuaresma, Jesús nos habla en el Evangelio de tres obras de piedad: la limosna, la oración y el ayuno; con ello critica el hecho de que muchas veces se practicamos para ser vistos por los demás y sin transformarnos en un signo claro de amor, de fe y de conversión permanente.
Jesús me invita a entrar en mi corazón, a lo más íntimo. Necesitamos atrevernos a amar y a realizar de manera permanente y silenciosa un ejercicio práctico de caridad. Necesitamos tener coraje para encontrarnos con nuestro corazón, desde ese encuentro con lo que en verdad somos, podemos orar, ayunar y dar limosna de manera auténtica y ese padre amoroso que está en los cielos nos aguarda la más grande de las recompensas.

Para la reflexión personal

Jesús nos invita a:
a)   Compartir con los demás lo que somos y tenemos (Limosna).

b)   Estar en contacto con el que nos alimenta y nos da vida (Oración)

c)   Privarnos de lo que no es imprescindible (Ayuno), para poder compartir con los demás y para que en nuestro corazón tenga sitio el único que es necesario: Dios

Medita la oración hecha canción.




ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!

Señor, hoy día de la ceniza, quiero caer en la cuenta no de lo que tengo, ni de lo que valgo, ni de lo que puedo. Quiero caer en la cuenta de lo que “soy”. Y la esencia de lo que soy es “que no soy nada”. Un poco de ceniza. Eso es lo que nos entregan después de la incineración de un ser querido. Ésa es nuestra pequeñez. Pero esa poca cosa que yo soy “está hecha a imagen y semejanza de Dios”. Yo, con lo poco que soy, soy amado de Dios. Y ésa es nuestra grandeza. Como diría Teresa de Jesús: ¡Engrandeces nuestra nada!

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria


Pidámosle a María su maternal ayuda.

Madre nuestra: tú eres Madre de Misericordia y Refugio de los pecadores. Comenzamos ahora en toda la Iglesia un tiempo especial de conversión, y será muy importante tu compañía para conseguir verdaderamente el cambio que Dios nos pide.
Sabemos que no se trata simplemente de hacer un propósito de enmienda, sino de lograr un verdadero cambio de vida, una metanoia, que nos ayude a decidirnos de verdad a ser santos, luchando contra todo lo que nos aparta de Dios.
Danos la humildad que necesitamos para convertirnos verdaderamente, para reconocer nuestros pecados y poner todos los medios posibles para evitarlos.
Ayúdanos, también, a mantenernos pequeños, permaneciendo en el amor, y buscando siempre y en todo la gloria de Dios.
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.


Padre José Luis Romero Landeros IJS


Referencias:
Mi vida en Xto.
La oración nuestra de cada día.
Jóvenes católicos.
Ocarm.

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