+ En el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Jesús,
Tú que te hiciste hombre, para enseñarnos cómo vivir plenamente como seres
humanos, quiero pedirte que me bendigas con tu presencia en este momento de
oración. Ayúdame a hacer silencio en mi interior para poder escucharte y dejar
que tus palabras de vida eterna transformen mi corazón.
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 1-23
"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga".
Después
se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en
parábolas?" Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer
los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le
dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le
quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen
ni entienden.
En
ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no
entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha
endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no
ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no
quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero,
dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que
muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron
y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que
significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino
y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón.
Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo
sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta
inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces,
y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra,
sucumbe.
Lo
sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las
preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin
fruto.
En
cambio, lo sembrado en tierra buena representa a quienes oyen la palabra, la
entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el
treinta".
Palabra del Señor.
Reflexión
El mensaje es claro: Dios es
generoso sembrando, pero la concreción de los frutos de su siembra dependen
también —y a la vez— de nuestra libre correspondencia. Que el fruto depende de
la tierra donde cae es algo que la experiencia de todos los días nos lo
confirma. Por ejemplo, entre alumnos de un mismo colegio y de una misma clase,
unos terminan con vocación religiosa y otros ateos. Han oído lo mismo, pero la
semilla cayó en distinta tierra.
La buena tierra es nuestro
corazón. En parte es cosa de la naturaleza; pero sobre todo depende de nuestra
voluntad. Hay personas que prefieren disfrutar antes que ser mejores. En ellas
se cumple lo de la parábola: las malas hierbas (es decir, las preocupaciones
del mundo y la seducción de las riquezas) «ahogan la Palabra, y queda sin
fruto» (Mt 13,22).
Pero quienes, en cambio,
valoran el ser, acogen con amor la semilla de Dios y la hacen fructificar.
Aunque para ello tengan que mortificarse. Ya lo dijo Cristo: «Si el grano de
trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto»
(Jn 12,24). También nos advirtió el Señor que el camino de la salvación es
estrecho y angosto (cf. Mt 7,14): lo que mucho vale, mucho cuesta. Nada de
valor se consigue sin esfuerzo.
El que se deja llevar de sus
apetitos tendrá el corazón como una selva salvaje. Por el contrario, los
árboles frutales que se podan dan mejor fruto. Así, las personas santas no han
tenido una vida fácil, pero han sido unos modelos para la humanidad. «No todos
estamos llamados al martirio, ciertamente, pero sí a alcanzar la perfección
cristiana. Pero la virtud exige una fuerza que (…) pide una obra larga y muy
diligente, y que no hemos de interrumpir nunca, hasta morir. De manera que esto
puede ser denominado como un martirio lento y continuado» (Pío XII).
Para la reflexión
personal
a)
¿Qué puede decir hoy la parábola a la Iglesia? ¿Qué terreno presenta
nuestra comunidad eclesial? Y a nivel personal ¿qué disponibilidad interior y
comprensión manifestamos ante la escucha de la Palabra?
b)
¿No es verdad que los peligros señalados por Jesús a sus discípulos
sobre la acogida de la Palabra nos tocan también a nosotros? ¿Por ejemplo: la
inconstancia de frente a las dificultades, la negligencia, la pereza, el ansia
por el futuro, las preocupaciones cotidianas?
c)
Los discípulos han sido capaces de preguntar a Jesús, de interrogarle
sobre las preocupaciones y dificultades. En tu camino de fidelidad a la Palabra
de Dios ¿a quién diriges tus interrogativos, tus preguntas?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar, es
responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
ES TU MOMENTO CON DIOS. ¡ORA!
Señor Jesús, Tú eres el sembrador y yo la tierra en
la que esparces la semilla de tu Palabra. Gracias, Señor, por “perder tu
tiempo” conmigo; gracias por darme la oportunidad de acoger tu semilla, de ser
feliz, dando fruto abundante.
Señor, te doy gracias, por ser tierra buena, tierra que sería fecunda... si no estuviera llena de espinas. Acojo la semilla de tu Palabra y mil semillas más Señor, dame valor para renunciar a todo lo que me separe de Ti. No permitas que mi corazón se endurezca, como un camino, que no me gane la partida la desconfianza y el escepticismo.
Señor, gracias por todas las personas que son buena tierra, Gracias por los santos, que producen el ciento por uno. Gracias porque también yo, con tu ayuda, doy fruto abundante, Gracias por elegirme para ser sembrador de tu Evangelio.
Reza un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria
Pidámosle a María, nuestra Madre,
su maternal ayuda.
Madre
mía: sé que tu ayuda no me faltará
para ser buen terreno y dar fruto.
Te pido
ayuda también para ser un buen sembrador. Yo sé que las vocaciones al
sacerdocio, a la vida consagrada, y a todas las diversas formas de entregarse a
Dios dependen en buena parte de que haya verdaderos sacerdotes, verdaderos
formadores, que preparen esos corazones para estar bien dispuestos.
Te pido
tu compañía, para que yo también sepa siempre acompañar.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
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