domingo, 25 de octubre de 2020

Amarás al Señor, tu Dios.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

 

El centro de la Revelación de Jesús es: “Dios es Amor”. La revelación de Dios «ABBÁ» es la gran novedad que introduce Jesús en la religión. La aceptación de Dios como “Padre” lleno de cariño paternal, es la diferenciación íntima del que ha entrado en el Reino. Ya nada va a ser igual: ni sus motivos para actuar, ni su oración… Se acabó la religión del miedo y queda inaugurada para siempre la religión de la ternura.

 

Del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?"


Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el más grande y el primero de los mandamientos. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la ley y los profetas".

Palabra del Señor.

 

Reflexión

Nos recuerda la Iglesia un resumen de nuestra “actitud de vida” («De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas»: Mt 22,40). San Mateo y San Marcos lo ponen en labios de Jesucristo; San Lucas de un fariseo. Siempre en forma de diálogo.

Probablemente le harían al Señor varias veces preguntas similares. Jesús responde con el comienzo del Shemá: oración compuesta por dos citas del Deuteronomio y una de Números, que los judíos fervientes recitaban al menos dos veces al día: «Oye Israel! El Señor tu Dios (...)».

Recitándola se tiene conciencia de Dios en el quehacer cotidiano, a la vez que recuerda lo más importante de esta vida: Amar a Dios sobre todos los “diosecillos” y al prójimo como a sí mismo. Después, al acabar la Última Cena, y con el ejemplo del lavatorio de los pies, Jesús pronuncia un “mandamiento nuevo”: amarse como Él nos ama, con “fuerza divina”.

Hace falta la decisión de practicar de hecho este dulce mandamiento —más que mandamiento, es elevación y capacidad— en el trato con los demás: hombres y cosas, trabajo y descanso, espíritu y materia, porque todo es criatura de Dios.

Por otro lado, al ser impregnados del Amor de Dios, que nos toca en todo nuestro ser, quedamos capacitados para responder “a lo divino” a este Amor. Dios Misericordioso no sólo quita el pecado del mundo, sino que nos diviniza, somos “partícipes” (sólo Jesús es Hijo por Naturaleza) de la naturaleza divina; somos hijos del Padre en el Hijo por el Espíritu Santo.

 

Para la reflexión personal

 

Jesús señala que ambos mandamientos son inseparables en la vida de un seguidor suyo.

 

a)    ¿Cómo es nuestra vivencia del amor a Dios y al prójimo en nuestra vida cotidiana?

 

b)   ¿En qué ocasiones hemos puesto otro mandamiento por encima de estos de los que habla Jesús?

 

Medita la oración hecha canción.

 

https://n9.cl/31a7h

 

ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?

 

Orar, es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y es el momento de decirle algo al Señor.

 

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria

 

Pidámosle a María, nuestra Madre, su maternal ayuda.

 

Madre mía  tu vida entera en la tierra fue una manifestación continua de amor a Dios y al prójimo: ¿cómo puedo amar con un corazón como el tuyo?

Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

 

Padre José Luis Romero Landeros IJS

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