+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
¿Qué
vieron aquellos primeros discípulos? Estaban en el desierto y Jesús no tenía
nada: ni fama, ni casa, ni dinero. Sólo su persona. ¡Nada más! Y ¡Nada menos!
Algunos ya vamos siendo mayores. Muchos años, muchos días, muchas horas tenemos
ya acumuladas en nuestra historia. Pero hay una hora que destaca por encima de
todas: aquella hora que tuvimos la suerte de encontrarnos vitalmente con Jesús
de Nazaret. El que ha vivido con intensidad “esa hora” no tiene por qué tener miedo a
ninguna hora, ni siquiera a la última. “Aunque camine por cañadas oscuras nada
temo porque Tú vas conmigo. Tu vara y tu cayado me sosiegan” (Salmo 23).
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 53-42
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de
sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Este es el
Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a
Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó:
"¿Qué buscan?". Ellos le contestaron: "¿Dónde vives,
Rabí?". (Rabí significa "maestro"). Él les dijo: "Vengan a
ver". Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día.
Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir "el Ungido"). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás" (que significa Pedro, es decir, "roca").
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy vemos a Jesús que venía por
la ribera del Jordán: ¡es Cristo que pasa! Debían ser las cuatro de la tarde
cuando, viendo que dos chicos le seguían, se ha girado para preguntarles: «Qué
buscan?». Y ellos, sorprendidos por la pregunta, han respondido: «Rabbí —que
quiere decir “Maestro”— ¿dónde vives? (...) ‘Vengan y lo verán’».
También
yo sigo a Jesús, pero... ¿qué quiero?, ¿qué busco? Es Él quien me lo pregunta:
«De verdad, ¿qué quieres?». ¡Oh!, si fuera suficientemente audaz para decirle:
«Te busco a ti, Jesús», seguro que le habría encontrado, «porque todo el que
busca encuentra». Pero soy demasiado cobarde y le respondo con palabras que no
me comprometen demasiado: «¿Dónde vives?». Jesús no se conforma con mi
respuesta, sabe demasiado bien que no es un montón de palabras lo que necesito,
sino un amigo, el Amigo: Él. Por esto me dice: «Ven y lo verás», «vengan y lo
verán».
Juan
y Andrés, los dos pescadores, fueron con Él, «vieron dónde vivía y se quedaron
con Él aquel día». Entusiasmado por el encuentro, Juan podrá escribir: «La
gracia y la verdad se han hecho realidad por Jesucristo». ¿Y Andrés? Correrá a
buscar a su hermano para hacerle saber: «Hemos encontrado al Mesías». «Y le
llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el
hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir “Piedra”».
¡Piedra!,
¿Simón, una piedra? Ninguno de ellos está preparado para comprender estas
palabras. No saben que Jesús ha venido a levantar su Iglesia con piedras vivas.
Él tiene ya escogidos los dos primeros sillares, Juan y Andrés, y ha dispuesto
que Simón sea la roca en la que se apoye todo el edificio.
Y,
antes de subir al Padre, nos dará respuesta a la pregunta: «Rabbí, ¿dónde
vives?». Bendiciendo a su Iglesia dirá: «Yo estaré con ustedes cada día hasta
el fin del mundo» (Mt 28,20).
Para la reflexión personal
Los dos primeros discípulos siguen a Jesús por lo que han oído de él a
Juan Bautista. Al principio tienen un conocimiento de oídas; después, tras la
experiencia de vivir con él, serán ellos mismos quienes anuncien a Jesús.
a) ¿Qué hemos oído decir de Jesús en nuestra vida?
b) ¿Cómo nos lo han descrito?
c) ¿Qué nos impulsó a seguirle?
d) ¿Qué decimos nosotros de él a los demás? ¿Cómo lo
anunciamos?
e) Jesús hace una pregunta a los discípulos que se
acercan a él: «¿Qué buscan?».
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía: el
Tiempo Ordinario nos va llevando, a lo largo del año, a contemplar de modo
continuo toda la vida de Jesús recogida en el santo evangelio.
Sé
también que contemplando los misterios del Santo Rosario puedo conocer más a
Jesús, porque tú eres el mejor camino para llegar a tu Hijo.
Yo
quiero aprender de ti, porque tú supiste conservar en tu corazón toda la vida
de Jesús, aprender de Él, atesorar y entender lo que te enseñaba.
Enséñame
a hacerlo bien, para que, identificado con Cristo, pueda llevar a todas las
almas el anuncio del Reino de los Cielos.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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