+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, en este rato
de oración quiero que me hagas comprender que nada de lo que tengo es mío. Todo
es don, todo es regalo de tu bondad: la vida, la salud, el amor, la gracia. El
hombre, todo hombre, no tiene donde reclinar la cabeza, es pura fragilidad.
Pero Tú amas mi fragilidad. Enséñame a ser agradecido. En realidad, más que
darte gracias, yo debería “ser” un himno constante de acción de gracias.
Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12
Cuando Jesús volvió
a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró
tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras El enseñaba su
doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre
cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente,
quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero
bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: "¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?" Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así?
¿Qué es más fácil,
decirle al paralítico: `Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate,
recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre
tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te
lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".
El hombre se
levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos,
que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos
visto cosa igual!"
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy vemos nuevamente al Señor
rodeado de un gentío: «Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había
ya sitio». Su corazón se deshace ante la necesidad de los otros y les procura
todo el bien que se puede hacer: perdona, enseña y cura a la vez. Ciertamente,
les dispensa ayuda a nivel material (en el caso de hoy, lo hace curando una
enfermedad de parálisis), pero —en el fondo— busca lo mejor y primero para cada
uno de nosotros: el bien del alma.
Jesús-Salvador
quiere dejarnos una esperanza cierta de salvación: Él es capaz, incluso, de
perdonar los pecados y de compadecerse de nuestra debilidad moral. Antes que
nada, dice taxativamente: «Hijo, tus pecados te son perdonados». Después, lo
contemplamos asociando el perdón de los pecados —que dispensa generosa e
incansablemente— a un milagro extraordinario, “palpable” con nuestros ojos
físicos. Como una especie de garantía externa, como para abrirnos los ojos de
la fe, después de declarar el perdón de los pecados del paralítico, le cura la
parálisis: «‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’. Se
levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos».
Este
milagro lo podemos revivir frecuentemente nosotros con la Confesión. En las
palabras de la absolución que pronuncia el ministro de Dios («Yo te absuelvo en
el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo») Jesús nos ofrece
nuevamente —de manera discreta— la garantía externa del perdón de nuestros
pecados, garantía equivalente a la curación espectacular que hizo con el
paralítico de Cafarnaúm.
Para la reflexión personal
Todos podemos sentirnos paralíticos, pues todos tenemos algún bloqueo
que no nos deja caminar.
a) ¿Qué parálisis hay en nosotros?
b) ¿Con qué «camillas» tenemos que cargar después de
haber sido rehabilitados por Jesús?
c) ¿Qué personas nos han llevado a Jesús?
d) ¿A quiénes podemos llevar hasta Jesús? ¿Con
quiénes colaboramos en esta tarea de acercar a las personas a Jesús?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Virgen
Inmaculada: yo
sé que la fe depende de la gracia de Dios, por ser una virtud sobrenatural. Y
sé también que la eficacia de mi ministerio dependerá, en buena parte, de mis
obras de fe.
Aquellos
hombres llevaron a su amigo paralítico frente a Jesús porque tenían fe. Sabían
que Él podía curarlo, y se sintieron responsables de llevarlo, conscientes de
que el enfermo no podía moverse, necesitaba ayuda.
Cuántas
veces en mi trabajo pastoral me doy cuenta de que hay muchos paralíticos del
alma, que necesitan que alguien los mueva, para que se levanten. Dios cuenta
conmigo, y me está pidiendo que ponga por obra mi fe.
Yo
te pido a ti que me ayudes y me enseñes a pedir la fe y a ponerla en práctica.
Tú eres modelo y ejemplo, eres maestra de fe, acudo a tu consejo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero
Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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