+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy te pido en este evangelio, que me ayudes a ser objetivo, a ver las cosas
como son y no como a mí me parecen; a no valorar los comportamientos humanos a
partir del afecto o desafecto que yo tengo con las personas a las que me atrevo
a enjuiciar. Suele ocurrir que una misma acción es valorada de una manera
distinta si se trata de una persona que me cae bien o me cae mal. Señor, dame
un corazón sano, una mente limpia y una mirada de fe para emitir un juicio
objetivo sobre mis hermanos.
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo,
Jesús dijo a sus discípulos: "No juzguen y no serán juzgados; porque así
como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.
¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, el Evangelio ha recordado
las palabras: «En el cómo está la gran diferencia». De cómo hagamos una cosa
cambiará mucho el resultado en muchos aspectos de nuestra vida, sobre todo, la
espiritual.
Jesús
dice: «No juzguen, para que no sean juzgados». Pero Jesús también había dicho
que hemos de corregir al hermano que está en pecado, y para eso es necesario
haber hecho antes algún tipo de juicio. San Pablo mismo en sus escritos juzga a
la comunidad de Corinto y san Pedro condena a Ananías y a su esposa por falsedad.
A raíz de esto, san Juan Crisóstomo justifica: «Jesús no dice que no hemos de
evitar que un pecador deje de pecar, hemos de corregirlo sí, pero no como un
enemigo que busca la venganza, sino como el médico que aplica un remedio». El
juicio, pues, parece que debiera hacerse sobre todo con ánimo de corregir,
nunca con ánimo de venganza.
Pero
todavía más interesante es lo que dice san Agustín: «El Señor nos previene de
juzgar rápida e injustamente (...). Pensemos, primero, si nosotros no hemos
tenido algún pecado semejante; pensemos que somos hombres frágiles, y
[juzguemos] siempre con la intención de servir a Dios y no a nosotros». Si
cuando vemos los pecados de los hermanos pensamos en los nuestros, no nos
pasará, como dice el Evangelio, que con una viga en el ojo queramos sacar la
brizna del ojo de nuestro hermano.
Si
estamos bien formados, veremos las cosas buenas y las malas de los otros, casi
de una manera inconsciente: de ello haremos un juicio. Pero el hecho de mirar
las faltas de los otros desde los puntos de vista citados nos ayudará en el
cómo juzguemos: ayudará a no juzgar por juzgar, o por decir alguna cosa, o para
cubrir nuestras deficiencias o, sencillamente, porque todo el mundo lo hace. Y,
para acabar, sobre todo tengamos en cuenta las palabras de Jesús: «Con la
medida con que midan se les medirá».
Para la reflexión personal
a)
¿Cómo
son nuestros juicios sobre los otros?
b)
¿Qué
juicios recibimos nosotros de los demás?
c)
¿Qué
nos enseñan los juicios que recibimos sobre nosotros?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
mía, Madre de misericordia: resulta
fácil ver los defectos de los demás, y es más difícil ver los propios. Pero qué
peligroso resulta eso de juzgar a los demás si no se cuenta con toda la
información oportuna y no se vive la caridad. Tu Hijo Jesús es el Justo Juez, y
Él sí tiene todos los elementos suficientes para juzgar a todas las almas. Y
hoy nos dice que “con la medida que midan los medirán”. Esa es la justicia
divina.
Ayúdanos,
Madre, a vivir la caridad con los demás, siempre la caridad, sobre todo al
juzgar, ya que mi ministerio me exige juzgar, corregir, aconsejar.
¿Cómo
puedo ser un buen instrumento para llevar la misericordia de Dios a las almas?
Madre
de Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote: déjame entrar a tu corazón, y modela mi
alma conforme a tu Hijo Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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