+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Dios
no hizo ni la enfermedad ni la muerte. Estos son males del hombre Si Dios es
sumo bien no ha podido hacer el mal. Jesucristo nos devuelve la vida. La
creación aparece como un don para la vida. Hasta que el último enemigo (la
muerte) sea vencido, la creación está expectante, esperando la gloriosa
libertad de los hijos de Dios. Los milagros del evangelio no son “agua pasada”.
Hoy también nosotros podemos ser liberados por Jesús. Hoy también nosotros
podemos encararnos a la muerte y decirle: ¿Dónde está tu victoria? Dios es
amor. Y la muerte debe ceder al amor su última palabra.
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 21-43
En
aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó
en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los
jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le
suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las
manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él, y mucha gente lo
seguía y lo apretujaba.
Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús
notó al instante que una fuerza curativa había salido de Él, se volvió hacia la
gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le
contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas:
`¿Quién me ha tocado?’" Pero Él seguía mirando alrededor, para descubrir
quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al
comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad.
Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y
queda sana de tu enfermedad".
Todavía
estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la
sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues
molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al
jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que
lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al
llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y
oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué
significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida".
Y se reían de Él.
Entonces
Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes,
entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá,
kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que
tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron
asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó
que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy,
san Marcos nos presenta una avalancha de necesitados que se acerca a
Jesús-Salvador buscando consuelo y salud. Incluso, aquel día se abrió paso
entre la multitud un hombre llamado Jairo, el jefe de la sinagoga, para
implorar la salud de su hijita: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus
manos sobre ella, para que se salve y viva».
Quién
sabe si aquel hombre conocía de vista a Jesús, de verle frecuentemente en la
sinagoga y, encontrándose tan desesperado, decidió invocar su ayuda. En
cualquier caso, Jesús captando la fe de aquel padre afligido accedió a su
petición; sólo que mientras se dirigía a su casa llegó la noticia de que la
chiquilla ya había muerto y que era inútil molestarle: «Tu hija ha muerto; ¿a
qué molestar ya al Maestro?».
Jesús,
dándose cuenta de la situación, pidió a Jairo que no se dejara influir por el
ambiente pesimista, diciéndole: «No temas; solamente ten fe». Jesús le pidió a
aquel padre una fe más grande, capaz de ir más allá de las dudas y del miedo.
Al llegar a casa de Jairo, el Mesías retornó la vida a la chiquilla con las
palabras: «Talitá kum, que quiere decir: ‘Muchacha, a ti te digo, levántate’».
También
nosotros debiéramos tener más fe, aquella fe que no duda ante las dificultades
y pruebas de la vida, y que sabe madurar en el dolor a través de nuestra unión
con Cristo, tal como nos sugiere el papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza):
«Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino
la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un
sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito».
Para la reflexión personal
a)
¿En qué
gastamos nuestros esfuerzos, energías y dinero inútilmente?
b)
¿Qué
nos impide acercarnos a Jesús con fe?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre de
Misericordia: el pueblo cristiano tiene mucha fe
y devoción a las imágenes y medallas religiosas. Le gusta mirarlas, tocarlas,
besarlas, portarlas, para sentir hasta físicamente la protección de Dios, la
tuya, la de los ángeles y santos. Se da cuenta de que se consigue una gracia
especial que alivia el alma.
Yo
te pido que me enseñes y me ayudes a mí, sacerdote, a saber administrar la
misericordia que tu Hijo ha puesto en mis manos a través de los sacramentos,
con los que Él sigue tocando y sanando a su pueblo.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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