+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor,
hoy vengo a pedirte lo que Tú quieres que seamos cada uno de nosotros: sal y
luz. Y te lo pido con todo mi corazón. ¿Por qué? Porque me asusta mi vida en la
más angustiosa oscuridad: sin saber dónde voy, ni donde estoy, ni qué soy. Y me
entristece una existencia insípida, sin saborear lo grande y hermoso de la vida
y, sobre todo, el estar condenado a no poder gustar lo suave y dulce que eres
Tú, Señor.
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
Que
de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las
buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los
cielos".
Palabra del Señor.
Reflexión
h
Hoy, san Mateo nos recuerda
aquellas palabras en las que Jesús habla de la misión de los cristianos: ser
sal y luz del mundo. La sal, por un lado, es este condimento necesario que da
gusto a los alimentos: sin sal, ¡qué poco valen los platos! Por otro lado, a lo
largo de los siglos la sal ha sido un elemento fundamental para la conservación
de los alimentos por su poder de evitar la corrupción. Jesús nos dice: —Debéis
ser sal en vuestro mundo, y como la sal, dar gusto y evitar la corrupción.
En
nuestro tiempo, muchos han perdido el sentido de su vida y dicen que no vale la
pena; que está llena de disgustos, dificultades y sufrimientos; que pasa muy
deprisa y que tiene como perspectiva final —y bien triste— la muerte.
«Ustedes
son la sal de la tierra». El cristiano ha de dar el gusto: mostrar con la
alegría y el optimismo sereno de quien se sabe hijo de Dios, que todo en esta
vida es camino de santidad; que dificultades, sufrimientos y dolores nos ayudan
a purificarnos; y que al final nos espera la vida de la Gloria, la felicidad
eterna.
Y,
también como la sal, el discípulo de Cristo ha de preservar de la corrupción:
donde se encuentran cristianos de fe viva, no puede haber injusticia,
violencia, abusos hacia los débiles... Todo lo contrario, ha de resplandecer la
virtud de la caridad con toda la fuerza: la preocupación por los otros, la
solidaridad, la generosidad...
Y,
así, el cristiano es luz del mundo. El cristiano es esta antorcha que, con el
ejemplo de su vida, lleva la luz de la verdad a todos los rincones del mundo,
mostrando el camino de la salvación... Allá donde antes sólo había tinieblas,
incertidumbres y dudas, nace la claridad, la certeza y la seguridad.
Para la reflexión personal
a)
¿Qué sentimientos nos sugiere que Jesús nos invite a ser sal y luz
en nuestro mundo?
b)
¿Qué experiencia tenemos de haber sido alguna vez «sal» o «luz»
para alguna persona?
Medita la oración hecha canción.
ORACIÓN: ¿Qué le digo a Dios?
Orar,
es responderle al Señor que nos habla primero. Estamos queriendo escuchar su
Palabra Salvadora. Esta Palabra es muy distinta a lo que el mundo nos ofrece y
es el momento de decirle algo al Señor.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Pidámosle a Santa María, nuestra Madre, su ayuda.
Madre
nuestra: a
ti se te invoca muchas veces como Madre de la Luz. Y es que en tu vientre
brilla la luz de Cristo, que ilumina a todos los hombres. Él mismo dijo que es
la luz del mundo, y el que lo sigue no caminará en tinieblas.
A
nosotros, se nos aplica más que a nadie lo que hoy nos dice tu Hijo, se
encendió esa luz en nuestro corazón, y se nos confirmó la misión de alumbrar a
todos los de la casa, la santa Iglesia, y que brille nuestra luz ante todos los
hombres.
Madre,
ayúdanos a cumplir con nuestra misión, y para que nunca escondamos esa luz
debajo de la olla, sino que nuestra vida esté llena de buenas obras, poniendo,
con nuestra vida, la luz de Cristo en el candelero.
Amén.
+ En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Padre José Luis Romero Landeros IJS
Referencias:
Espada de dos
filos.
Mi vida en Xto.
La oración
nuestra de cada día.
Jóvenes
católicos.
Ocarm.
Rezandovoy
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